«Si queremos hacer una comparación histórica, los chechenos equivalen a la Gestapo, una suerte de policía secreta. Uno de sus cometidos es acompañar a las fuerzas rusas desde la retaguardia, con órdenes de disparar contra los soldados rusos que intenten desertar o replegarse».
Por abc.es
Los oficiales ucranianos explican que la rudeza chechena no implica mejor capacidad de combate. «Los chechenos son conocidos por su crueldad, pero no están formados según los estándares militares, están entrenados para reprimir manifestaciones y concentraciones pacíficas y no para la guerrilla urbana», cuenta el coronel ucraniano Dimitri. La resistencia chechena que puso en jaque al Kremlin entre 1994-1996 y en 1999 terminó abandonando la república caucásica tras la inclemente ofensiva contra Grozni. La
aviación rusa arrasó la capital chechena hasta dejarla en ruinas pese a la presencia de decenas de miles de civiles, condenados a un cerco medieval bajo las gélidas temperaturas del invierno. Rusia procedió a gobernar sobre las ruinas nombrando a Ahmad Kadírov, un señor de la guerra prorruso cuyo hijo, Ramzan Kadírov, heredó el cargo. Sus fuerzas de élite no tienen la experiencia de los terribles combates urbanos de hace 23 años.
«Los combatientes chechenos que lucharon contra Moscú nos están ayudando, claro, sobre todo la diáspora que había en Ucrania», explica Dimitri, mientras Alexander muestra el emblema negro y amarillo del Batallón de Seikh Mansour. «Tenían una base cerca de Mariupol antes de la invasión, pero no son tantos como nos gustaría. La ventaja es que ellos no se mueven por dinero, sino por venganza y por justicia».