La polémica incorporación del futbolista Andy Polo al Universitario de Deportes abrió una nueva grieta en el debate sobre la tolerancia a las agresiones contra las mujeres en Perú, después de que el deportista de 27 años encontrara en este equipo un escudo ante las graves acusaciones que pesan sobre él por violencia machista.
“Lo que está haciendo el club es legitimar y hacerse cómplice de la violencia contra la mujer. Esta contratación es una afrenta a los derechos de la ciudadanía en su conjunto”, denunció a Efe la presidenta del directorio de la organización feminista Flora Tristán, Cecilia Olea.
“Es un pésimo mensaje que normaliza la violencia contra las mujeres y favorece la impunidad”, coincidió Andrea Pardo, vocera del movimiento Manuela Ramos.
La presión ciudadana se ha sentido en redes, estadios y hasta en altas esferas de poder, pero el silencio ha reinado en la Federación Peruana de Fútbol (FPF) y los jugadores, pues solo el seleccionador nacional, Ricardo Gareca, mencionó sucintamente su postura “en contra de toda violencia, en especial contra las mujeres”.
Nada que hiciera recular a la “U”, que, por ahora, mantiene su flamante fichaje, aunque lo eximió por 15 días de debutar mientras se resuelve su situación legal, según comentó esta semana el administrador del club, Jean Ferrari, que descartó declarar a Efe.
HINCHADA FRACTURADA
El caso de Polo se destapó en febrero pasado, cuando su expareja Génesis Alarcón hizo pública su denuncia por violencia machista contra el entonces atacante del Portland Timbers.
La Major League Soccer (MLS) le cerró las puertas de inmediato y su futuro quedó en el aire hasta poco antes del cierre del mercado de pases (y del Día de la Mujer), cuando trascendió en la prensa peruana que Polo había llegado a un acuerdo con Universitario para disputar la liga nacional.
El fichaje fue confirmado el 11 de marzo por la “U”, que, en un comunicado, dijo que rechazaba “categóricamente cualquier forma de violencia” y justificó que la contratación se había valorado con información de los órganos de justicia peruanos y estadounidenses, que habían archivado el proceso penal contra Polo.
Pero la polémica ya estaba instalada e, incluso, el día siguiente, durante un partido contra Cienciano, un grupo de hinchas mujeres del conjunto crema acudió con pancartas al estadio para protestar contra la llegada del jugador.
“Es una afrenta contra nosotras. La administración lo reduce a un problema personal, pero es normalizar la violencia y lo deben separar”, declaró a Efe una de ellas, quien prefirió mantener el anonimato por motivos de seguridad.
Y es que su protesta desató la furia de la barra ultra de la “U”, Trinchera Norte, que amenazó en un comunicado con tomar medidas represivas contra este colectivo feminista al considerar que “temas personales y ajenos” no podían tener espacio en su tribuna.
Para la vocera de Manuela Ramos, estas amenazas “solo mandan el mensaje de que importa más proteger a un agresor que luchar contra los altos índices de tolerancia a la violencia hacia la mujer”.
TOLERANCIA ARRAIGADA
Polo siempre lo negó todo: “Es absolutamente falso. Nunca ocurrió. No, no soy un agresor”, sentenció este lunes en una entrevista, horas antes de que su expareja revelara en un programa de prensa rosa peruano unos audios en los que rogaba al jugador que dejase de maltratarla delante de sus hijos.
“Por favor, mamá, que no te pegue”, dice uno de ellos.
Esta difusión impulsó pronunciamientos de la Defensoría del Pueblo y del Ejecutivo, que, a través del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, urgió al club a “tomar acciones inmediatas”.
“Ser futbolista, deportista o tener fama jamás debe ser un pretexto para justificar, tolerar y normalizar la violencia contra la mujer”, escribió la cartera, en nombre de un Gobierno que solo cuenta con tres mujeres en la cabeza de sus 18 ministerios.
A esta falta de paridad se suman las acusaciones por presunta violencia familiar de al menos cuatro hombres que pasaron por las filas de los cuatro gabinetes designados por el presidente Pedro Castillo en sus ocho meses de gestión.
Sobre esto, la vocera de Flora Tristán recordó que la legislación peruana “obliga a todas las personas, tanto instituciones estatales como privadas, a tomar medidas contra la violencia a la mujer, no solamente en el lado de la denuncia y sanción sino sobre todo de prevención”.
Pero el camino tiene aspecto de maratón en un país donde, cada 45 minutos, desaparece una mujer y, cada dos días y medio, otra es asesinada a manos de un hombre por misoginia.
Además, el 58,9 % de la población tolera situaciones de maltrato físico, psicológico o sexual en el ámbito familiar, el 33,2 % cree que la mujer “debe tener alguna forma de castigo por parte de su pareja” y el 27 % defiende que “si la mujer falta el respeto a su esposo o pareja, merece castigo”, según la última Encuesta Nacional de Relaciones Sociales.
EFE.