Se les puede echar en cara que tiendan a ser previsibles, pero en la larga historia de los premios Oscar no han faltado los momentos de sorpresa, infarto y conmoción, capaces de nutrir durante meses la conversación en Hollywood. ¡Qué menos le vamos a pedir al gran evento de la industria del espectáculo!
Por 20minutos
Ahora cada pequeño detalle de la gala se ve sometido a un minucioso escrutinio por millones de cuentas de Twitter y medios sedientos de clickbait, lo que hace que los grandes escándalos acaben siendo indistinguibles de las anécdotas. ¿Jennifer Lawrence se tropieza al subir a recoger su premio? Conmoción planetaria. ¿Pero cómo lo comparas con el hecho de que se entregue el Oscar de mejor película a un título equivocado, como ocurrió el año de Moonlight y La La Land?
Desde que internet se hizo masivo, los momentos polémicos de los Oscar han cambiado tanto como sus cifras de audiencia e interés entre el público en general. Ahora que cada semana existen un buen puñado de razones para escandalizarse con algún elemento de la cultura pop, las cuitas de los premios de Hollywood se pierden como gotas de agua en un mar de memes. En cambio, cada uno de estos momentos de la historia de los Oscar habrían roto internet de haber existido las redes sociales cuando se produjeron.
1934. El chasco de Frank Capra
Frank Capra acabaría ganando tres Oscar de mejor dirección, pero el año antes de su primera estatuilla pasó un mal rato que siempre recordaría como altamente humillante, según reconoció él mismo en su autobiografía. Resulta que en la sexta edición de los premios, cuando el actor Will Rogers entregó la estatuilla de mejor dirección, en vez de decir el nombre del ganador solo dijo “Sube aquí a recogerla, Frank”.
Frank Capra, nominado por Dama por un día, asumió que se refería a él y se levantó de su asiento camino del escenario. Fue instantes después cuando descubrió la verdad. Él no era el ganador, sino el otro Frank nominado en la categoría: Frank Lloyd, ganador por Cabalgata, la que también acabaría ganando el premio de mejor película. El camino de vuelta de Capra a su asiento tuvo que ser un poema a la decepción.
1940. El Oscar histórico de Hattie McDaniel
El triunfo de Hattie McDaniel en la categoría de mejor actriz de reparto por su trabajo en Lo que el viento se llevó puede celebrarse como el primer Oscar de una actriz afroamericana, pero no está exento de amargura si tenemos en cuenta el contexto en el que se produjo.
El Ambassador Hotel de Los Ángeles donde se celebraba la gala tenía una estricta política segregacionista. David O. Selznick, superproductor de Lo que el viento se llevó, solo logró permiso para que permitieran entrar a la actriz nominada (cuyo triunfo ya conocía pues se había filtrado a la prensa, como era habitual hasta ese mismo año) a la sala. McDaniel tuvo que sentarse pegada a una pared al fondo, en una mesa distinta a la de sus compañeros Vivian Leigh, Clark Gable u Olivia de Havilland, que después se levantaron a felicitarla.
1942. Greer Garson no se despega
¿Se te hacen largos los actuales discursos de agradecimiento en los Oscar? Pues imagina cómo se sintieron los asistentes a la ceremonia de 1942 cuando la ganadora del premio de mejor actriz protagonista, Greer Garson, por La señora Miniver, no se apeó del escenario durante cinco minutos y medio de discurso.
A la actriz le dio tiempo a dar las gracias por el premio a todos sus compañeros, toda su familia, incluida la política, la nación y cualquier deidad. Según la crónica de The Washington Post en la época, una vez que terminó con sus agradecimientos Garson se puso a divargar sobre lo injustos y arbitrarios que son los premios como el que acababa de ganar.
1946. Joan Crawford recibe el Oscar en la cama
Joan Crawford, siempre despierta para manejar los tiempos y atraer la atención de los focos, decidió no acudir a la primera ceremonia de los Oscar tras el final de la Segunda Guerra Mundial, donde estaba nominada como mejor actriz protagonista por Alma en suplicio. Alegó que se quedaba en cama por una neumonía, aunque las malas lenguas siempre pensaron que en realidad temía perder contra Ingrid Bergman.
El caso es que Crawford ganó y tuvo que escuchar su triunfo por la radio. Rápidamente, organizó con la Academia una entrega a domicilio de la estatuilla dorada. Así es como la actriz recibió su premio Oscar, maquillada y divina, en el dormitorio de su casa de Los Ángeles, tras haber convocado a toda la prensa para inmortalizar el momento. Al día siguiente esta fue la gran historia, y no los cuatro premios gordos de Días sin huella.
1953. Gloria Grahame no se anda por las ramas
A ti y a mí nos gustaría una lista de los discursos de agradecimiento más cortos de la historia de los Oscar, aunque sea solamente para dar un abrazo espiritual a sus artífices. En ese ranking se encuentra gente tan maja como Patty Duke, William Holden, Joe Pesci y la más elegante de todos: Gloria Grahame, que no pudo ser más escueta al recoger el Oscar de mejor actriz de reparto por Cautivos del mal.
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