“Estamos aquí los dos, mi marido y yo… Llevamos 45 años juntos, desde la escuela, le estuve esperando dos años hasta que volvió del Ejército y después nos casamos. Ahora mi Sasha no me puede dejar sola”, dice Antonina, una mujer de 65 años. Hace ocho años le diagnosticaron Parkinson y desde entonces su marido la cuida e intenta “hacer su vida lo más fácil posible”.
Por 20minutos
Mykolaiv, donde vive Antonina junto con su marido Alexander (Sasha), es una ciudad que se ha convertido en un auténtico símbolo de resistencia de la guerra de Ucrania contra Rusia. En la época soviética, era una ciudad cerrada. No se permitía a los extranjeros visitarla porque se constituía en un importante astillero militar donde se construían cruceros de misiles y portaviones.
Ahora está bajo el asedio de las tropas rusas desde que salieron de Crimea para controlar el sur de Ucrania y bloquear la salida hacia el Mar Negro. El objetivo de Rusia ahora es Odesa después de que Jérson, la otra ciudad grande del sur, fuera tomada por Rusia el pasado 1 de marzo. Mykolaiv, a pesar de todos los bombardeos, sigue siendo ucraniana y es el último bastión que impide a las tropas de Putin acercarse a Odesa. Los odesanos llaman a Mykolaiv su “ángel de guarda”.
Las noticias devastadoras que llegan cada día desde Mariupol, Jarkov y de las afueras de Kiev, matan el espíritu de los ciudadanos de Mykolaiv y provocan lágrimas de ira y desesperación hasta a la gente más dura. Pero la sonrisa del Jefe de la Administración de la ciudad, Vitaliy Kim, y sus “Buenos días. Os saludamos desde Ucrania”, hace cada día a muchos ucranianos suspirar de alivio y creer que esa guerra acabará algún día y que todo va a salir bien.
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