Recorrer las calles del centro de la ciudad de Mérida y conversar tanto con pequeños como medianos comerciantes, mayoristas y expendedores de diferentes mercancías, permite conocer la preocupación que sienten por la recesión económica que se experimenta en el país.
Por Jesús Quintero / Corresponsalía lapatilla.1eye.us
“La mercancía no tiene la misma rotación, todo se volvió a estancar, las facturas y la deuda crece, pero las ventas han disminuido”, señaló un comerciante de víveres en el centro de la capital.
José Ramírez se dedica a la distribución víveres al mayor y señaló que “hay mora en los comerciantes para pagar deudas con los proveedores, pues manifiestan que la gente no está comprando como antes, y las facturas llevan más de 15 días de atraso”.
Las personas que se acercan a los comercios solo llevan de 2 a 4 productos, la compra es muy limitada. Adquieren lo esencial para el día como harina, queso, pasta y arroz. Varios compradores coincidieron en que el aumento del salario es solo un pañito de agua tibia, porque todo está dolarizado.
La asignación salarial del empleado público con el nuevo aumento no cubre las necesidades básicas de un grupo familiar, por lo que deben recurrir a actividades y trabajos extras para lograr cubrir todos los gastos como alimentación, vestido, educación, gastos del hogar y salud.
Las fallas de los servicios públicos como la electricidad y el agua también están a la orden del día, y cuando es suspendido el servicio eléctrico, los puntos de ventas comienzan a fallar y no pasan las tarjetas. Por lo tanto, no hay ventas por más de tres horas, o lo que dure el apagón.