Joseph Bolitho Johns nació en 1826 en Cornwall, Inglaterra. Fue el tercero de seis hijos y trabajó principalmente en las minas de hierro y cobre de su país hasta mudarse a Gales. Allí cometió su primer delito.
Por: Clarín
El 15 de noviembre de 1848, el inglés fue capturado por la policía mientras robaba tres barras de pan, un trozo de queso, sal y un poco de tocino en una casa de la ciudad de Chepstow. A pesar de que el castigo en la época generalmente rondaba los tres meses, Johns fue condenado a diez años de trabajo forzado por contradecir al jurado.
Así las cosas, luego de haber cumplido cuatro años de su sentencia (algunos en la Prisión de Dartmoor y otros en barcos para prisioneros) fue enviado a Australia. En la entonces colonia británica este forajido tejió a su medida una leyenda ?de robos y grandes escapes.
Moondyne Joe: el escapista
Lo trasladaron a la Prisión de Fremantle, en el estado de Australia Occidental. Gracias a su buen comportamiento obtuvo el perdón de las autoridades y comenzó a vivir nuevamente como hombre libre en 1855. Las tribus aborígenes locales lo apodaron como Moondyne Joe.
Por el momento el hombre vivía una vida tranquila. Trabajaba como trampero, construía cercos y recuperaba el ganado perdido de sus vecinos de la ciudad de Perth. Hasta que en 1861 fue arrestado de nuevo, esta vez por robar un caballo.
Siempre insistió en ser inocente, pero esa misma noche se fugó del calabozo. La primera escapada de una larga lista. De todas formas, le duró poco. Al día siguiente lo atraparon y pasó casi cuatro años en prisión por intento de fuga.
En marzo de 1865 fue acusado de matar un buey y condenado a 10 años de prisión. Pasó una semana bajo custodia y logró escapar. Los siguientes meses actuó como fugitivo, cometiendo hurtos menores para poder sobrevivir, lo que se conoce como Bushranger. También fue atrapado y logró fugarse en varias oportunidades. Pero en diciembre de ese año fue capturado y trasladado definitivamente a la Prisión de Fremantle.
Una celda especial
En agosto de 1866 logró escapar nuevamente, pero fue capturado a los dos meses en lo que ahora es la ciudad de Westonia. Le dieron cinco años de cárcel y dos de trabajo forzado por huir de prisión y por los delitos cometidos durante su tiempo como fugitivo. Lo encerraron nuevamente en Fremantle y le construyeron una celda especial.
Las autoridades estaban decididas a que no volviera escapar. Lo colocaron en un espacio totalmente reforzado construido con muros de piedra y clavos. Mientras habitaba la celda tenía encadenado su cuello a un anillo de hierro ubicado en el piso. Su dieta era de pan y agua. Estaba totalmente prohibido salir de la celda, ni siquiera para hacer ejercicio.
“Si vuelves a salir te perdonaré”, le dijo el Gobernador de Australia Occidental, John Hampton. Ese hombre estaba seguro que no podría volver a escapar. Sin embargo, Johns tenía un plan. El recluso logró que los médicos le recomendaran que trabajara al aire libre. Comenzó triturando rocas durante largas horas en el patio trasero, siempre con un guardián que lo vigilaba.
Su último escape
Pero dueño de una gran astucia, el británico comenzó a construir un agujero en el muro mientras no lo veían. En esos ratos en los que no tenía un collar de hierro que lo ataba al suelo, Johns trabajaba en su último escape. Las piedras que previamente había martillado le servían de escudo. Fue simple y práctico.
Cuando el agujero fue lo suficientemente grande escapó. Eran las 5 de la tarde del 7 de marzo de 1867. Los guardias fueron al patio trasero donde Moondyne Joe debería estar picando piedras pero solo encontraron una maniquí casero hecho con su martillo, un poco de alambre y su uniforme. El señuelo alarmó a los guardias y por los próximos meses se desató en la prisión una ola de intentos de fuga.
La caída
El británico volvería a caer en manos de la policía de manera impensada. En febrero de 1869, Johns entró en una bodega de vinos llamada Houghtons sin darse cuenta de que adentro había dos agentes que estaban buscando una persona ahogada.
Así las cosas, cayó rendido ante los oficiales. El Gobernador le dio una pena de 2 años de prisión, honrando así la insólita promesa de su antecesor. En ese tiempo intentó huir falsificando una llave, pero fue descubierto y su plan fracasó. Allí cumplió su condena.
En 1879 se casó con Louisa Frances, una joven viuda, y se mudaron al sur de Perth. Trabajó como carpintero, leñador y almacenero. En 1893 su mujer falleció y al cabo de unos años lo encontraron solo deambulando por las calles. Fue internado en una institución médica de la que, por supuesto, intentó escapar en varias ocasiones.
En agosto de 1900 Moondyne Joe falleció en el asilo de Fremantle luego de padecer demencia senil, tenía 74 años. Sus restos se encuentran en el cementerio de esa localidad. Irónicamente el asilo que le dio cobijo hasta sus últimos días contaba con un edificio para convictos donde estuvo preso cuando era joven.