La postura escéptica del tenista Novak Djokovic frente a la vacunación contra el coronavirus es todo un reflejo de la realidad en su Serbia natal, donde menos de la mitad de la población se ha inmunizado contra la covid-19.
El número uno del tenis mundial protagonizó la semana pasada una rocambolesca disputa con las autoridades de Australia que expulsaron al jugador no vacunado por considerar que podía constituir un peligro para la campaña de vacunación en ese país.
En Serbia, donde Djokovic es con diferencia el personaje público más popular, la vacunación sigue dividiendo a la población, con apenas el 47 % de los 6,9 millones de habitantes inmunizados.
UN HÉROE NACIONAL
Para muchos en el país balcánico no se trata de un antivacunas sino de un héroe nacional, humillado por el mundo occidental para evitar que pueda ganar en el Abierto de Australia su vigésimo primer Grand Slam y con ello ser el tenista más exitoso de la historia.
Djokovic, de 34 años y con un patrimonio estimado en unos 300 millones de dólares, había eludido pronunciarse sobre su propio estatus de vacunación desde que en abril de 2020, nada más empezar la pandemia, causara polémica al decir que no le gustaría que le obligaran a vacunarse para poder viajar por el mundo.
Pero tras el incidente en Australia todo el mundo sabe que el tenista no está vacunado, que se ha contagiado ya dos veces con la covid-19 y que no se toma muy en serio las reglas contra la pandemia, al reconocer que en diciembre pasado, sabiendo que era positivo, concedió una entrevista al diario deportivo francés L’Equipe.
Su fracasado intento de entrar en Australia con una exención médica fue visto en su país no solo como un ataque contra el tenista sino una afrenta contra toda la nación serbia.
Poco importaba a la opinión pública que el trasfondo principal de la disputa fue el rechazo de Djokovic a la vacuna contra covid-19, obligatoria para entrar en Australia.
Todo ello en un país que el año pasado sorprendió con una de las campañas de vacunación más dinámicas del mundo, ofreciendo cinco fármacos: el chino Sinopharm, el ruso Sputnik V, así como los tres aprobados por la UE: Pfizer/BioNTech, AstraZeneca y Moderna.
“Serbia tuvo las vacunas y la estructura, pero ha sido una gran oportunidad perdida”, critica en declaraciones a Efe Dragoslav Popovic, consultor internacional para vacunas e inmunización.
“Creo que Djokovic pudo haber sido un ejemplo para cambiar la situación en Serbia, ya que es probablemente el personaje más popular del país entre todas las edades”, lamenta el experto.
ESCEPTICISMO ENTRE LOS JÓVENES
De hecho, casi el 40% de los jóvenes serbios, de entre 30 y 39 años de edad, son escépticos con la vacuna y rechazan de menor a mayor medida ser inmunizados.
Incluso un 55 % de los jóvenes considera -en contra de toda evidencia científica- que el riesgo de la vacuna es igual o mayor que el propio virus.
“El comportamiento de Djokovic se debe, al menos en parte, al ambiente del que proviene”, asegura el epidemiólogo Zoran Radovanovic, un jubilado profesor universitario de Belgrado.
Las dudas sobre la vacunación en Serbia se debe a la desconfianza generalizada que existe en las sociedades del Este de Europa excomunista y socialista, destaca a Efe el experto.
“Debido a la torpeza de las autoridades australianas, Djokovic puede convertirse ahora en un icono de los antivacunas, no sólo en Serbia sino en el mundo”, teme Radovanovic.
POSIBLE IMPACTO
La participación de Djokovic en otros grandes torneos este año, como Roland Garros, Wimbledon o el US Open, que exigen estar vacunado, es ahora más que incierta, a menos que cambie de opinión con respecto a la inmunización.
Si el tenista cediera y se vacunara, eso tendría un impacto positivo no sólo en Serbia sino en todo el mundo, aunque el experto matiza la importancia de la forma de presentar ese cambio de opinión.
“No sería bueno que su eventual vacunación sea entendida como una obligación sino como resultado de una reflexión racional”, explica el epidemiólogo Radovanovic.
Popovic, por su parte, advierte de que a Djokovic “se le pegarán todo tipo de antivacunas y de diferentes perdedores, y él tendrá muchos problemas para distanciarse de estas personas”.
“Debe distanciarse y volver a reflexionar”, opina el experto, para quien en esta pandemia “el derecho a la libertad de elección es secundario con respecto a la necesidad de vacunarse y ayudar a sí mismo y a los demás”.
Serbia registra desde inicios del año casi a diario máximos históricos de infección con la nueva variante ómicron, al tiempo que la vacunación sigue sin avanzar.
Pero en el país no hay campañas contundentes de movilización a favor de la vacunación que ofrezcan además respuestas a las legítimas dudas e inquietudes de la población. EFE