Por tres meses estuvieron sujetos a los caprichos de un volcán rugiente. Ahora los residentes de la pequeña isla española de La Palma se enfrentan a otro dilema: qué hacer con los millones de metros cúbicos de lava y cenizas que dejó atrás.
Por The Guardian
Traducción libre de lapatilla.1eye.us
El volcán rugió durante 85 días, expulsando cenizas y ríos de lava que se tragaron más de 1.000 viviendas, cortaron carreteras y asfixiaron las exuberantes plantaciones de banano que impulsan la economía de la isla.
La erupción se declaró terminada el día de Navidad, lo que dejó a los residentes lidiando con la abrumadora tarea de reconstruir. “Es brutal”, dijo Javier Moreno, uno de los 80.000 residentes de La Palma. “La zona afectada parece como si hubieran levantado el Muro de Berlín, pero hecho de lava negra”.
En los últimos días se ha permitido el regreso a casa de unos 2.000 de los 7.000 residentes evacuados. Muchos llegaron para encontrar capas de ceniza en polvo que cubrían sus casas, patios y plantas, restos de los más de 200 millones de metros cúbicos de lava y ceniza expulsados ??por el volcán.
“Es una batalla continua”, dijo Moreno. “Lo quitas hoy, mañana el viento sopla unos centímetros más”.
En partes de la isla, las cenizas enterraron casas, engulleron plantaciones verdes y se acumularon en bancos de metros de altura. La lava y la ceniza llegaron más allá de la isla; La lava que cayó en cascada al océano durante las erupciones creó dos nuevas penínsulas, que miden 44 y cinco hectáreas, mientras que las imágenes submarinas revelaron la vida marina cubierta de ceniza.
Si bien los esfuerzos continuos para limpiar las cenizas han logrado acumular parte de ellas en áreas específicas, como una antigua cantera en la isla, la eliminación de los flujos de lava al rojo vivo que se esparcieron por los vecindarios y las tierras de cultivo ha resultado más complicada.
“Siguen almacenando calor, con temperaturas de más de 100 grados [Celsius] en algunas partes”, dijo Inés Galindo, geóloga que dirige la unidad de Islas Canarias del Instituto Geológico y Minero de España.
Una vez que la lava se enfría, un proceso que podría llevar meses, en algunos casos podría ser más fácil construir encima de ella en lugar de romperla y quitarla, agregó.
Mientras los investigadores y los funcionarios se esfuerzan por descubrir qué se podría hacer con los materiales arrojados por el volcán, han mirado a la historia. En la cercana isla de Lanzarote, una erupción de seis años en 1730 dejó partes de la isla cubiertas de material volcánico. “Las partículas eran porosas y capaces de retener agua en el suelo… lo aprovechaban para plantar viñas”, dijo Galindo.
Ella y su equipo ahora están estudiando las propiedades de la ceniza en La Palma para ver si podría usarse de manera similar, mientras que otro equipo de investigadores está investigando si el suelo rico en minerales podría usarse como fertilizante.
Mientras tanto, los funcionarios regionales están explorando la posibilidad de utilizar las cenizas para construir casas, carreteras y puentes en toda la isla. “No es una idea original, estamos usando las técnicas que usaban los romanos”, dijo Javier Juvera, ingeniero del departamento de obras públicas de Canarias. “Los romanos trabajaron con las cenizas que salían del [Monte] Vesubio, usándolas para construir sus basílicas y edificios”.
Su equipo ahora está trabajando para determinar si la ceniza esparcida por la isla es similar a la ceniza volcánica utilizada por los romanos para unir fragmentos de roca. De ser así, podría dar lugar a un material de construcción duradero y desempeñar un papel en la reconstrucción de la isla, donde los funcionarios regionales han estimado la pérdida de edificios e infraestructura en más de 900 millones de euros (750 millones de libras esterlinas).
Juvera describió las ideas como un ajuste aparentemente natural para un archipiélago excavado por la actividad volcánica que abarca millones de años. “En Canarias estamos acostumbrados a trabajar con materiales volcánicos”, dijo, citando la antigua práctica de mezclar cemento y material extraído de conos volcánicos para construir viviendas.
Tanto Juvera como Galindo dijeron que pasarían meses antes de que tuvieran respuestas definitivas sobre qué se podía hacer con la ventisca de ceniza oscura expulsada por el volcán. “La cantidad de materiales es enorme, hay imágenes de casas que quedaron prácticamente enterradas en cenizas”, dijo Juvera. “Pero si no le encontramos un valor, se convierte en un desperdicio”.