Eiler Santiago González Ydrogo es un niño venezolano de diez años que ha sido tocado por la música durante la mitad de su vida y la considera el bastión de su familia.
Por News Day
Traducción libre del inglés al castellano por lapatilla.1eye.us
Hijo del profesor de música Elier González y una enfermera Lisbeth Ydrogo, Eiler dedica su tiempo libre a aprender todo lo relacionado con el arte musical.
Él y sus padres vinieron a Trinidad y Tobago por tres años, desde la ciudad de Tucupita, en el estado venezolano de Delta Amacuro.
Eiler recuerda con tristeza los tiempos difíciles que vivió en su país debido a la crisis económica, pero al mismo tiempo con alegría porque la música fue su espacio para relajarse y aprender.
“Mi padre era profesor de música en una escuela de Tucupita. Con él he aprendido lo hermosos que son los instrumentos y lo valioso que es tener uno en casa”, dijo Eiler.
A partir de los cinco años, Eiler comenzó a practicar la flauta dulce, luego el clarinete, guiado por su padre. Luego se volvió hacia el piano y su último instrumento fue el cuatro.
“Los sonidos de cada instrumento son emocionantes, así que me gustaría aprender más cada día, tocarlos todos y algún día poder ser parte de una orquesta sinfónica”, anhela Eiler.
Actualmente estudia en el sistema educativo Equal Place del ACNUR para niños migrantes venezolanos, mientras que, como todos sus amigos, espera la oportunidad de ingresar al sistema educativo local.
“Me gustaría estudiar en una escuela aquí, aprender más inglés, la cultura Trinidad y Tobago y poder aportar mi talento a este país”, dijo.
Eiler vive en Curepe, junto con sus padres, su hermana menor y otros parientes.
“Todos los días me despierto y corro hacia uno de mis instrumentos. Toco un rato mientras mi hermana me escucha, eso me hace muy feliz”.
Con su padre, forma parte del coro de la iglesia Catedral de la Excelencia Cristiana (CCE) en Curepe.
“Agradezco a Trinidad y Tobago porque me abrió las puertas a mi familia ya mí. Aquí podemos vivir, aprender otro idioma y sobre todo intentar ser felices”, dijo Eiler.
Sus padres por ahora se dedican al comercio informal, haciendo trabajos temporales mientras Eiler da sus clases virtuales.
“Eiler es un niño feliz. Siempre quiere aprender cosas, siempre pide y trata de ayudar en casa, y creo que la música es parte de ese desarrollo como persona y buen hombre”, dijo su padre.