Durante el confinamiento y las medidas restrictivas impuestas por la aparición del virus de COVID-19, y aun hoy, con casi todas las libertades repuestas pero con la carga de haber atravesado los problemas que deja la pandemia actual, expertos destacan la importancia de la psicología para atravesar este problemático tiempo.
Por Infobae
En el Día del Psicólogo que se celebra hoy en Argentina, cobra más importancia el rol que este profesional lleva adelante en pos de restablecer una correcta salud mental en la población que tanto ha sufrido en los últimos dos años. La fecha celebratoria se instituyó en 1974 cuando la Confederación de Psicólogos de la República Argentina (CoPRA), entidad antecesora de la actual FePRA, convocó al Primer Encuentro Nacional de Psicólogos y Estudiantes de Psicología en la ciudad de Córdoba. Este encuentro se erigió como un espacio para pensar y trabajar por los derechos de los psicólogos, por la construcción de una identidad profesional y donde miles de psicólogos y estudiantes de todo el país unieron sus fuerzas en defensa de la psicología, como campo disciplinar específico, considerada como ciencia y profesión.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la salud mental como ‘un estado de bienestar en el que la persona realiza sus capacidades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad’. En algún punto, la pandemia alteró todos y cada uno de los aspectos que conforman esta definición; por eso, no sorprende que los especialistas estén identificando en nuestro país incrementos en los casos de trastornos de salud mental, con distintos niveles de gravedad.
Según explica el Ministerio de Salud de la Nación, la salud es el estado de bienestar físico, mental y social. “No se refiere únicamente a la ausencia de enfermedades, sino que es la base fundamental para que los individuos puedan disfrutar de una vida plena y satisfactoria, y dentro de este concepto hay que considerar también a la salud mental”, define.
Los problemas de salud mental no sólo traen consecuencias negativas al individuo que los sufre, sino también a la comunidad. Y esto se ve reflejado en la actual crisis que estamos viviendo por el coronavirus, donde se han visto incrementados los problemas mentales debido a los temores, angustias, incertidumbres sobre la aparición del nuevo virus, la duración de la pandemia, la virulencia de la enfermedad, la tristeza por los seres queridos fallecidos y la acumulación del estrés generado por la pérdida de libertades y el aislamiento social extendido, los ingresos económicos afectados y otros problemas en general que emergieron en 2020.
Uno de los principales problemas señalado por los expertos es la angustia que sufren las personas durante la actual pandemia. Angustia que se vio amplificada por los temores a enfermarse, a no poder visitar o despedir a un ser querido y a las distintas privaciones que afectan la salud mental de las personas.
“Las circunstancias que estamos transitando, en medio de una pandemia y de una cuarentena implican una crisis de sentido donde a mucha gente se le ha desdibujado el horizonte, el futuro, hacia dónde iba y proyectaba”. Es considerado un tiempo de suspensión en el que se vive un “sinsentido”: “La angustia se está volviendo pandémica”, indicó Pablo Muñoz, doctor en psicología, magister en psicoanálisis y profesor de la Facultad de Psicología de la UBA (MN 26353). Aunque consideró que la etapa de cuarentena el año pasado fue “una medida epidemiológicamente correcta, sus efectos psíquicos deberían estar siendo considerados”, agregó.
Y concluyó: “Depresión, hipocondría, ataques de pánico, riesgo suicida, síntomas corporales, desencadenamiento de enfermedades orgánicas que estaban latentes, nuevos conflictos vinculares más intensos e incluso accidentes domésticos pueden ser causados por una intensa angustia sin tramitación -enumeró-. Justamente es lo contrario de esa idea errónea, a veces enfermarse es un modo de resolver la angustia insoportable. Nadie puede vivir mucho tiempo inmerso en la angustia, eso indefectiblemente derivará en algo peor si no se lo trata adecuadamente y a tiempo. Por eso no deberían subestimarse sus efectos”.
“Se podría decir que la angustia es un sinónimo de ansiedad y sinónimo de incertidumbre -estimó el licenciado Gastón Cabrera (MN 44572), psicólogo, especialista en terapia breve, hipnosis Ericksoniana y terapia online-. La angustia es la emoción más universalmente experimentada por el ser humano, la cual tiene la consecuencia de generar un efecto de inmovilización”. La calificó de visceral, obstructiva y reflejo instintivo de una amenaza, en donde se pierde la manera de obrar de manera voluntaria y libre. Y la catalogó de “lógica y normal”, en un período como el que aún se está atravesando.
La angustia como un factor esperable y previsible en un contexto de adversidad. “Puede aumentar cuestiones de bases que podemos tener si no afrontamos con ciertos recursos para sobrellevarla. Hay cuestiones que pueden generar un aumento de la angustia y otros recursos que pueden servir para sobrellevar la misma, entendiendo que la angustia tiene que estar presente como una forma lógica de manifestación de lo que está sucediendo”.
Un llamado global
Esta semana, la ONU pidió a la comunidad internacional mayor inversión en salud mental para paliar los efectos de la pandemia. El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, pidió a la comunidad internacional mayor financiación en salud mental, ya que los efectos provocados por la inseguridad laboral o la pérdida de familiares “pueden durar más que la propia pandemia”.
“En países de rentas altas, más del 75 por ciento de la gente con depresión asegura que no reciben atención adecuada, y en los de rentas bajas y medias, más del 75 por ciento de la gente con problemas de salud mental no recibe ningún tratamiento”, ha lamentado el portugués, que tildó de “inaceptable” que la media de gasto de los Gobiernos en salud mental sea del 2 por ciento de los fondos destinados a la salud.
“Es extremadamente preocupante que, a pesar de la evidente y cada vez mayor necesidad de servicios de salud mental, aún más acuciante durante la pandemia de COVID-19, a las buenas intenciones no las acompañe la financiación”, aseguró el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus. “No hay salud sin salud mental”, advirtió Tedros. Pidió a los países que aceleren el incremento de la financiación en políticas de salud mental.