Luego del alta por la enfermedad de COVID-19, los pacientes pueden experimentar síntomas y malestares vinculados con la infección por SARS-CoV-2 por varios meses.
Por infobae.com
Suelen utilizarse varias terminologías para explicar el mismo fenómeno: COVID persistente, long COVID o síndrome post COVID, son distintas formar de llamar a las afectaciones en órganos que van más allá del sistema respiratorio y que son propias del cuadro inflamatorio sistémico que provoca el SARS-CoV-2 en el organismo, que persisten en el tiempo incluso luego de que la persona recibe el alta epidemiológica.
Incluso, aunque aún no está definida la terminología, algunos autores hablan ya de “COVID post agudo”, cuando persisten los síntomas más allá de tres a cuatro semanas y “COVID crónico” cuando los síntomas duran más de 12 semanas.
Una nueva investigación aporta nuevas evidencias para entender qué causa el COVID persistente: la Universidad de Stellenbosch, en Sudáfrica, publicó una documento que demostró que una sobrecarga de diversas moléculas inflamatorias, literalmente “atrapadas” dentro de coágulos sanguíneos microscópicos insolubles, es decir en microcoágulos, podría ser la causa de algunos de los síntomas persistentes que experimentan los individuos con COVID-19 persistente.
Los hallazgos fueron revisados por pares y publicados en la revista ‘Cardiovascular Diabetology’. “Encontramos altos niveles de varias moléculas inflamatorias atrapadas en microcoágulos presentes en la sangre de individuos con COVID-19 persistente. Algunas de las moléculas atrapadas contienen proteínas de coagulación como el fibrinógeno, así como la alfa(2)- antiplasmina”, explica la profesora Etheresia Pretorius, una de las autoras del estudio e investigadora del Departamento de Ciencias Fisiológicas de la Universidad de Stellenbosch.
Los pacientes con COVID prolongado tenían niveles elevados de alfa(2)-antiplasmina en la sangre , lo que provoca que la capacidad del organismo para descomponer los coágulos se vea considerablemente inhibida, detalló el estudio.
Los investigadores concluyeron que “las patologías de la coagulación tanto en la infección aguda por COVID-19 como en el llamado COVID prolongado podrían beneficiarse de seguir un régimen de terapia anticoagulante continua para apoyar la función del sistema fibrinolítico”.
Este estudio cobró relevancia por ser la primera evidencia científica que ha informado sobre el hallazgo de microcoágulos en las muestras de sangre de individuos con COVID-19 persistente, utilizando la microscopía de fluorescencia y el análisis proteómico, resolviendo así otro enigma asociado a la enfermedad. “Resulta especialmente interesante la presencia simultánea de microcoágulos anómalos persistentes y un sistema fibrinolítico patológico”, concluyeron.
En sus conclusiones, los investigadores resaltaron que el COVID prolongado puede implicar secuelas y otras complicaciones médicas que duran de semanas a meses después de la recuperación inicial, y pueden incluir más de 50 efectos a largo plazo.
“Los datos preliminares sobre los síntomas prolongados de COVID muestran numerosas similitudes con enfermedades crónicas que se sabe que están asociadas con infecciones virales, como encefalomielitis miálgica, síndrome de fatiga crónica, síndrome de taquicardia ortostática postural y síndrome de activación de mastocitos. También se ha sugerido que la activación de los mastocitos desempeña un papel importante en el long COVID, debido a respuestas atípicas al SARS-CoV-2 por parte de los mastocitos disfuncionales”, detalló el informe.
Los síntomas persistentes persisten hasta 6 meses (o más) después de la infección aguda, donde los pacientes dados de alta por COVID-19 pueden experimentar fatiga o debilidad muscular recurrentes, falta de aliento, dificultades para dormir y ansiedad o depresión. El informe de la investigación señaló que los pacientes que estaban más gravemente enfermos durante su estancia hospitalaria tendían a presentar una alteración más grave de la capacidad de difusión pulmonar y manifestaciones anormales en las imágenes de tórax, y son la principal población objetivo de las intervenciones para la recuperación a largo plazo.