Polonia ha enviado decenas de miles de mensajes de texto a teléfonos móviles extranjeros a lo largo de su frontera con Bielorrusia, apuntando hacia los migrantes para disuadirlos de intentar cruzarla.
“La frontera polaca está cerrada. Las autoridades de BLR (Bielorrusia) les mintieron. ¡Vuelvan a Minsk!”, se puede leer en mensajes escritos en inglés.
El ministerio del Interior polaco indicó que solamente el martes envió casi 31.000 mensajes de texto a móviles a lo largo de la frontera.
Estos mensajes también incluyen un superlink que redirige hacia un sitio en inglés, francés, árabe, ruso y polaco, advirtiendo a los eventuales migrantes que franquear de manera ilegal la frontera “puede desembocar en encarcelamiento”.
Además “el empeoramiento de las condiciones climáticas puede ser peligroso para la vida y la salud. Todo intento de esconderse o dormir al raso puede finalizar de forma trágica”, subraya el sitio, tras la muerte de seis migrantes en la frontera entre la Unión Europea (UE) y Bielorrusia.
Polonia ha desplegado miles de efectivos militares durante las últimas semanas, levantó una larga cerca de alambre de púas e instauró un estado de emergencia local que prohíbe a periodistas y ONG acercarse a la frontera de 400 km con Bielorrusia.
Precisamente, las oenegés han advertido sobre una crisis humanitaria entre los migrantes que atraviesan la frontera, dado que las temperaturas comienzan a descender, y han solicitado acceso a la zona para poder brindarles asistencia médica.
El gobierno polaco indicó esta semana que había impedido cruzar a Polonia a 8.200 migrantes desde comienzos de agosto, y que otros 1.200 que habían logrado pasar se encuentran detenidos.
Los guardias fronterizos polacos señalaron este miércoles que la víspera interceptaron a 473 migrantes que intentaban cruzar, un récord para un solo día.
La UE acusa a Bielorrusia de orquestar de manera deliberada este flujo de migrantes en represalia por las sanciones europeas impuestas debido a la represión contra la disidencia por parte del régimen de Minsk, apoyado por Moscú.
AFP