Cada vez es más difícil recorrer al menos una calle de la ciudad anzoatiguense sin encontrase una fuga de aguas blancas. Según estudios de la fundación “Agua para Todos”, en la jurisdicción hay unos 700 botes de líquido en diferentes tamaños.
Por: Javier A. Guaipo LaPatilla
El presidente de la organización, Rodolfo Gil, señaló que el problema abarca desde tuberías de seis pulgadas, cuyo deterioro viene de muchos años atrás, hasta tomas clandestinas realizadas por vecinos de distintas comunidades.
“Hay muchísimos escapes, aunque la mayoría no son de la red de Hidrocaribe (Hidrológica del Caribe) sino de carácter más doméstico, pues hay quienes se dedican a conectarse ilegalmente a los tubos y luego esos puntos quedan botando agua eternamente”, señaló Gil.
Gil también detalló que solo en la avenida Municipal de la ciudad porteña se contabilizaron 83 botes y, entre sectores como El Pensil y Juan Bimba, un total de 72.
También destacó que la vía El Rincón-San Diego, la zona rural del municipio Juan Antonio Sotillo, no escapa de esta realidad.
“Se pueden ver cualquier cantidad de tomas clandestinas a lo largo del camino. Atraviesan la calle de lado a lado y con el tiempo los carros van rompiendo las tuberías, y a su vez deteriorando el pavimento”.
De hecho, hay varios puntos en la localidad donde el daño al asfalto es bastante notorio y los conductores deben hacer maniobras para no caer en esos huecos.
Según algunos consultados, el bache ubicado en la calle Juncal, a la altura del terminal de pasajeros, es de los más pronunciados, ya que el agua se bota día y noche en ese lugar. Sin embargo, hay otros igual de graves en el casco central porteño.
“Sobre todo en las noches se pueden escuchar golpes de vehículos que caen en ese agujero porque los choferes no logran ver a tiempo el desperfecto”, contó el señor Fabio Trujillo, en relación al cráter de la calle Freites.
No obstante, lo que más lamentan tanto Trujillo como Gil es que a diario se pierden miles de litros del preciado líquido, que se ha vuelto tan escaso últimamente en los hogares de la población anzoatiguense en general.