El incendio que la víspera destruyó varios puestos no desanimó a las vendedoras de hierbas medicinales del Mercado 4 de Asunción, que este sábado se volcaron en la venta del “carrulim”, el combinado de alcohol de caña, ruda y limón que los paraguayos consumen como remedio a las afecciones gripales propias de agosto.
Las llamas, presuntamente a causa de un cortocircuito, hicieron temer lo peor este viernes en el Paseo de los Yuyos, la parte del populoso palenque conocida por las plantas curativas que se ofertan en ese herbolario al aire libre.
El fuego, que devoró unos cinco puestos y fue controlado evitando males mayores, se produjo cuando las herboristas preparaban la actividad estrella de este domingo, la venta del “carrulim”, el cóctel que emparenta con la tradición paraguaya del pohã ñaná (plantas medicinales, en guaraní).
De manera que la jornada de hoy en el Paseo de los Yuyos transcurrió entre las huellas del incendio y los trabajos de recuperación por parte de los afectados y de la Policía Municipal.
Y entre un público que no falla ante un día especial, en el que se surten de un embotellado del que pocos en Paraguay niegan su efecto curativo y, si hace el caso, traicionero de no tomarlo con moderación.
En medio de la reparación de tejavanas y paredes de madera y zinc las vendedoras comenzaron desde primera hora de la mañana a ofertar un “mojito”, cuya composición está sujeta a la caña blanca, la ruda y el limón.
O lo que es lo mismo: caña para alegrar el espíritu, ruda como depurante y el cítrico como infalible vitamina C.
El resultado el “carrulim”, si se quiere la variante etílica del tereré, la infusión fría a base de hierbas que es uno de los sellos de Paraguay, hasta el punto de que fue declarado por la Unesco Patrimonio Cultural Inmaterial.
A falta de que el “carrulim” obtenga esos galones, si bien el Ministerio de Cultura lo declaró patrimonio cultural, los que se acercaron al Paseo de los Yuyos lo convalidaron otro año como el robustecedor del sistema inmunológico más confiable en agosto.
Un mes propulsor de bruscos cambios de tiempo, con las consecuentes decaídas del cuerpo, y en el que los árboles causan con su polinización molestas alergias.
Sin por ello descontar el papel social del “carrulim”, consumido en rondas compartidas de amigos o familiares como parte de una tradición inherente a la cultura paraguaya.
Un acervo que se transmite de generación en generación, como lo prueban las vendedoras que lo perpetúan cada inicio de agosto y contra viento y marea, como en este año en el que el incendio no consiguió que los asuncenos que se acercaron al Mercado 4 mostraran su fidelidad al “carrulim”. EFE