Pese a que las autoridades policiales consideran a “María” como un dolor de cabeza, por las mutaciones que ha experimentado, al presentarse con nombres diferentes, es uno de los casos de estafa más fáciles de desmontar, ya que la persona contactada, con tan solo verificar y llamar a quien cree se trata, puede evitar ser víctima de estafa o fraude.
Por: La Nación
Dos son los tipos de delitos que de manera masiva se pretenden cometer desde algunas cárceles del país, por parte de privados de la libertad que han logrado montar una estructura que, aun cuando es débil, resulta suficiente para amedrentar a las víctimas y lograr la ubicación de incautos que caen en sus redes aportando importantes sumas de dinero, como garantía de seguridad personal o bien para la adquisición de divisas, bienes o servicios
Así se conoció en medios de la Brigada Contra Delitos Informáticos del Cicpc Táchira, donde se explicó que a causa de la pandemia los contactos a través de las redes sociales se han incrementado y se utilizan diferentes métodos para cometer las estafas, de manera que esto inquieta a las autoridades, que constantemente están advirtiendo a la ciudadanía sobre las precauciones que debe mantener para evitar ser víctima de fraude.
Desde algunas cárceles
Dijo el funcionario que, durante las investigaciones, los trabajos de telefonía y labores de inteligencia han sido puntuales, por cuanto se ha logrado establecer la existencia en algunas cárceles del país de redes que se dedican a la extorsión y la estafa. Una de estas organizaciones delictivas fue detectada y desmantelada en la cárcel de Puente Ayala, ubicada en Barcelona, estado Anzoátegui, desde donde se efectuaban llamadas extorsivas a personas seleccionadas al azar. Haciéndose pasar por guerrilleros colombianos, amenazaban a sus víctimas para exigir el pago de determinada suma de dinero, en dólares, como una especie de protección.
Esta modalidad se ha extendido a otras cárceles del país y esto está plenamente detectado por las autoridades, que ya han logrado desmantelar varios de estos grupos, decomisando teléfonos celulares y computadoras. Los presos han logrado, mediante diversas prácticas, tener acceso a la tecnología y pretenden aprovecharse de ella en beneficio propio, explicó el informante. En algunas cárceles se monta todo un tinglado para llamar y amenazar a las personas o para estafar ofreciendo divisas o bienes, tinglado que cuenta con estructuras muy débiles, como para permitir que sean desmontadas apresuradamente y poder ocultar los equipos, ante la menor señal de reacción por parte de las autoridades.
Lea artículo completo AQUÍ