No puedo estar seguro, pero si hago un repaso a las últimas semanas tengo muy claro que me contagié de la variante Delta del coronavirus durante la cumbre de las naciones del G7 (Grupo de los Siete), en Cornualles, probablemente el domingo 13 de junio.
Andrew Marr // BBC MUNDO
Fue un día muy largo: me levanté antes de las 5:00, con todos los inconvenientes y el estrés de una transmisión desde el exterior, con nuestros invitados negándose a moverse de su “anillo de acero” [un perímetro de vallas de seguridad], y luego con grandes dificultades de transporte para tratar de regresar a Londres, lo que significa que no estuve en casa hasta después de medianoche.
Sentirme hecho polvo el lunes no fue una sorpresa, pero seguí adelante con mi vida.
El martes, sentí que me había pillado un resfriado de verano: estornudos, dolor de garganta y un ligero dolor de cabeza.
Pero en medio de la temporada de alergias, no me pareció nada siniestro.
Había recibido dos dosis de la vacuna de Pfizer-BioNTech mucho antes. No es que estuviese siendo imprudente, pero me sentía en cierto modo invulnerable. Estaba equivocado.
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