El lunes, en Washington, las principales autoridades sanitarias federales emitieron graves advertencias de que los casos de COVID-19 están en aumento y que podría ocurrir un rebrote nacional de primavera con el potencial de una mayor propagación ante las próximas vacaciones de Pascua.
Al día siguiente, en California, los funcionarios anunciaron que dos de los condados más poblados del estado, Orange y Los Ángeles, fueron autorizados a reabrir de manera más significativa negocios y otros espacios públicos esta misma semana, lo cual brinda una esperanza de mayor recuperación económica para los sectores severamente afectados después de un año de bloqueos y cierres.
Hasta ahora, California no notó señales de los aumentos que generaron alarmas en otras partes del país. Pero es difícil no pasar por alto la aparente contradicción de los dos mensajes, particularmente cuando la directora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU (CDC) expresó esta semana un sentimiento de “fatalidad inminente” sobre la trayectoria nacional de la pandemia.
Con el cambio al nivel naranja, una gran cantidad de lugares de Los Ángeles y el condado de Orange, incluidos restaurantes, bares, tiendas minoristas, museos y lugares de culto, pueden incrementar sus actividades.
Sin embargo, a los funcionarios todavía les preocupa que el estado pueda ver comprometido el progreso ganado con tanto esfuerzo si la gente baja la guardia y no sigue los protocolos de COVID-19 adecuados.
Los expertos en salud pública consideran que no se trata necesariamente de mensajes contradictorios: a diferencia de otros estados, California todavía tiene una serie de reglas relacionadas con la pandemia, como el uso de mascarillas. Incluso cuando el estado está flexibilizando algunas restricciones, sus reglas siguen siendo más estrictas que en muchas otras partes del país.
A las empresas también se les sigue exigiendo en gran medida la modificación de sus operaciones, por ejemplo, reducir la capacidad de público, intensificar los protocolos de limpieza y desinfección, y reconfigurar las áreas de asientos y espera para garantizar el distanciamiento físico.
El Dr. Robert Kim-Farley, epidemiólogo médico y experto en enfermedades infecciosas de la Escuela de Salud Pública Fielding de UCLA, señaló que el enfoque gradual del estado para la reapertura funcionó a su favor. “Si consideramos a la nación como un todo, obviamente no vamos a evitar un cuarto aumento”, expuso. “Sin embargo, en California estamos mucho mejor posicionados y todavía tenemos una tendencia a la baja. Si todos desempeñamos nuestro papel, podemos continuar de esa manera”.
El enfoque escalonado, que permite a condados como Los Ángeles ajustar sus pautas de reapertura según sea necesario, es prudente, agregó Kim-Farley. También significa que los condados pueden dar marcha atrás si las cosas no salen como se esperaba. “Creo que estamos siendo lo suficientemente cautelosos, mientras que otros son demasiado optimistas al pensar que pueden relajar todas estas restricciones y, de alguna manera, seguir viendo cómo disminuyen los casos”, indicó. “Ese no va a ser el caso. Allí donde se haya reiniciado la actividad demasiado rápido, habrá aumentos”.
Paula Cannon, profesora de microbiología molecular e inmunología en la Escuela de Medicina Keck de la USC, coincidió. “No solo se basa en la ciencia”, dijo, “también hemos construido una red de seguridad de modo que, si los números comienzan a aumentar, podamos retroceder”.
Incluso con el paso al nivel naranja, algunos funcionarios hacen hincapié en la precaución.
Si bien las reaperturas del condado de Orange entrarán en vigencia el miércoles, la directora de salud pública del condado de Los Ángeles, Bárbara Ferrer, indicó que esperaría hasta las 12:01 am del 5 de abril para implementar los cambios, lo cual da a los funcionarios más tiempo para confirmar que la última ronda local de reaperturas – que comenzó el 15 de marzo- no ha aumentado la transmisión del coronavirus. “Hay una buena razón para permanecer en un nivel durante tres semanas antes de acelerar a otro menos restrictivo, y es que necesitamos esa tercera semana para asegurarnos de que no haya un alza en los casos”, precisó durante una sesión informativa. “Debemos recordar que este virus tiene un período de incubación muy largo, por lo cual esa semana se vuelve crítica”.
Ferrer añadió el martes que no podía “decir con ningún grado de certeza qué ocurrirá exactamente aquí durante las próximas semanas”, pero enfatizó que la cantidad de viajeros llegados a la región recientemente es una preocupación. “Cada vez que hubo muchos turistas en el condado de Los Ángeles, hemos tenido problemas”, señaló durante una sesión informativa, este martes. “Entonces, ni siquiera debemos mirar lo que ocurre en la costa este. Pensemos qué sucedió aquí durante el Día de Acción de Gracias y las vacaciones de invierno para saber que estamos en problemas cuando viaja mucha gente”.
Pero, con más personas vacunadas cada día, Ferrer reconoció que muchos residentes, en particular quienes están en mayor riesgo ante el COVID-19, tienen capas de defensa que no existían antes. “Incluso si viéramos ese mismo aumento en los casos que están ocurriendo en otras partes del país, tener un buen número de gente vacunada en los grupos de mayor riesgo nos ofrece cierta protección para no volver a una potencial sobrecarga de nuestro sistema de salud; algo que debemos evitar a toda costa”, señaló.
La última ronda de progreso significa que 17 de los 58 condados de California, que albergan aproximadamente a la mitad de los residentes del estado, estarán en el nivel naranja a principios de la próxima semana. A comienzos de marzo, solo dos condados escasamente poblados habían llegado tan lejos.
Si bien los funcionarios de salud locales pueden optar por mantener reglas más estrictas si creen que se justifica, alcanzar el nivel naranja permite una reanudación de la actividad comercial más amplia de lo que muchos condados han tenido en meses. Los bares pueden reiniciar actividades al aire libre con algunas modificaciones, por ejemplo, y ya no será necesario que sirvan también comida como condición imprescindible para poder funcionar.
Las restricciones de capacidad también dejarán de estar vigentes en las tiendas, aunque todavía se aplicará el distanciamiento social y otras modificaciones de seguridad pandémicas; los lugares de culto, museos, zoológicos y acuarios pueden aumentar su capacidad interior del 25% al 50%; los restaurantes y cines pueden incrementar la capacidad interior del 25% o 100 personas (lo que sea menor) al 50% de la capacidad o 200 personas; y los gimnasios de interior y estudios de yoga pueden aumentar del 10% al 25%.
Las pistas de bolos podrán reabrir sus puertas con modificaciones, al 25% de su capacidad, así como las salas de cartas y los sitios de apuestas por satélite. Las oficinas en industrias no esenciales también pueden reabrir, aunque el estado considera que aún se debe alentar el trabajo en forma remota.
A partir del jueves, los parques de atracciones igualmente pueden reabrir hasta un 25% de su capacidad en el nivel naranja. Ese mismo día, California también permitirá una asistencia limitada de fanáticos para deportes al aire libre y presentaciones en vivo, con el límite establecido en 33% de la capacidad para los condados en el nivel naranja.
A pesar de la miríada de avances, algunos expertos en salud pública estiman que no solo es probable que se produzca otro incremento de casos de COVID-19, sino que ello ya está en marcha. “Está sucediendo ahora mismo”, enfatizó el Dr. George Rutherford, epidemiólogo y experto en enfermedades infecciosas de la UC San Francisco. “Hay aumentos repentinos en Michigan, en y alrededor de Nueva York, altas y bajas en los estados del Atlántico medio. Es preocupante. No se trata de pequeñas fluctuaciones… Son tendencias reales”.
A esa preocupación se suman los viajes relacionados con la actual temporada festiva, incluidas las vacaciones de primavera, la Pascua y Pésaj, que potencialmente podrían “dispersar una nueva ola de COVID” cuando las personas regresen a sus hogares, según Rutherford.
Sin embargo, hay evidencia de que a la costa oeste le está yendo relativamente bien, al menos por ahora. La variante del virus que es más dominante en California, B.1.427/B.1.429, parece ser susceptible a la inmunización y es menos transmisible y está menos asociada con casos graves que la cepa de Reino Unido, B.1.1.7, que se está afianzando en otras partes del país, precisó Rutherford.
“Dadas las cantidades de vacunas aplicadas y el nivel de inmunidad adquirido naturalmente en Los Ángeles y las áreas circundantes inmediatas, creo que las posibilidades de transmisión epidémica son relativamente bajas”, agregó, y señaló que reducir las restricciones es el “lógico próximo paso”. “Es una oportunidad, pero siempre será una oportunidad”, destacó, sobre las reaperturas.
El sistema de reapertura escalonada de California clasifica los condados según tres criterios: las tasas de casos de coronavirus, ajustadas según la cantidad de pruebas realizadas; la tasa de resultados positivos de esos exámenes, y una métrica de equidad en salud destinada a garantizar que el índice de pruebas positivas en las comunidades más pobres no sea significativamente más alta que la cifra general del condado.