La educación a distancia muestra grietas: por un lado en redes sociales y estados de Whatsapp se popularizan ofertas de personas que cobran por hacer tareas escolares y por otra parte alertan sobre los «bodegones educativos», espacios improvisados en casas o salones de fiestas en los cuales se intenta suplir la atención presencial de los estudiantes.
Por Gabriela Rojas / talcualdigital.com
“Se hacen tareas de primaria, bachillerato y hasta universitarias”, se lee en algunos anuncios que ruedan y se replican en redes sociales, grupos o estados de Whatsapp. Como si el peculiar servicio no fuese considerado una falta en sí misma, son los padres, amigos y conocidos de estudiantes quienes lo promocionan como una alternativa para cubrir una de las tantas grietas que está mostrando la educación a distancia: pagar para que otro te haga la tarea.
Desde octubre, Marisol*, de 17 años, hizo público lo que venía haciendo desde el período escolar pasado cuando terminó su 5to año de bachillerato y se quedó en casa, sin actividades y a la espera de iniciar la universidad: hace trabajos escolares ajenos y cobra entre 3 y 5 dólares, según la materia.
Primero ofreció sus servicios entre conocidos, luego a través del grupo de Whatsapp del edificio donde vive -en una zona popular del centro de Caracas- y como no le faltó clientela, su mamá comenzó a publicarlo en los estados de Whatsapp. “Es una manera de ganarse un dinerito por sus conocimientos porque siempre fue buena estudiante y ahora está sin hacer nada porque no ha empezado la universidad debido a la pandemia”, comenta la madre de Marisol.
Marisol explica someramente el criterio que utiliza para cobrar el monto de cada trabajo: “hago algunas tareas de primaria, sobre todo de 5to y 6to grado, por ejemplo, todo lo que sea de ciencias sociales, naturales y muchas de castellano. Ese tipo de trabajo son 3 dólares, pero si es bachillerato es más caro porque son cosas más complicadas. Hasta ahora todos han sacado buenas notas”. Sin dudar dice que la mayoría de quienes la contactan no son los mismos estudiantes, sino los padres.
En otro anuncio similar, el rango de precios se mueve entre los 4 y 6 dólares, pero se aclara que el monto depende tanto del tipo de actividad como de la asignatura. El contacto para los interesados es directo a través de quien publica en su estado de Whatsapp y la oferta apunta a un amplio rango de estudiantes de primaria, secundaria y bachillerato.
La oferta no solo se ha popularizado, sino que se ha naturalizado como un servicio «profesional», al punto de que en redes sociales de mayor alcance como Twitter e Instagram ya existen páginas dedicadas a ello, y también personas que promocionan como un aval en su descripción: “las buenas notas están garantizadas”.
Un limbo ético y legal
Para Yesenia Blanco, profesora de Castellano en un liceo ubicado en San Martín, la proliferación pública de estas ofertas representa un nuevo flanco débil con el cual van a tener que luchar los docentes de ahora en adelante. «La educación en línea o a distancia trajo como primer problema que la carga académica se le trasladó a los padres, y muchos no lo aguantan, así que el resultado es que quienes pueden están pasándole esta situación a terceros. O lo mandan a las escuelitas en casa de vecinos o docentes conocidos a lo que llaman tareas dirigidas, y ahora aparece este problema más delicado aún: pago de una vez para que otros hagan las tareas de mis hijos».
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