A los familiares con pacientes hospitalizados en las salas de aislamiento del Hospital Central les piden los monos quirúrgicos, los antibióticos, los exámenes y hasta la colaboración para alimentar al personal de salud que en muchas oportunidades redoblan sus jornadas para la atención. “Se volvió a quedar sin insumos y sin medicamentos el Hospital”, exclaman.
Estar mediodía sentado como espectador en una sala de espera de pacientes con covid-19 en el Hospital de San Cristóbal, es entender que tan vulnerables y frágiles somos. La vida se esfuma en un abrir y cerrar de ojos y para los familiares de pacientes hospitalizados con coronavirus pareciera que los segundos se hacen una eternidad.
Nadie accede a hablar ni mucho menos denunciar. El anonimato es el mejor aliado cuando de proteger a su ser querido se trata. Para muchos estar en ese lugar, frio y con muchas energías tanto positivas como negativas, es un caos.
Cada cierto momento salen de la sala, trajeados con rostros cansados y agotados, los verdaderos héroes de la salud. Son los enfermeros de traje, ya no blanco sino azul, quienes con lista en mano les dejan a los familiares un sinfín de necesidades que su ser querido estará necesitando para sostener la vida.
No acceden a hablar por ética, pero no pueden callar. Afirman que la situación como siempre ha estado ruda. “No hay medicamentos y tienen los familiares que costearse todo”.
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