Hloni Doporo se encuentra en una plataforma en la estación de Orlando de Soweto, esperando un tren que quizás nunca llegue porque los ladrones se han llevado la mayoría de los cables eléctricos.
Cuando Sudáfrica cerró gran parte de su economía y de su red de transporte durante el confinamiento por el COVID-19, bandas organizadas, a veces armadas, entraron a sus estaciones en ruinas para robar el valioso cobre de las líneas.
Ahora, más de dos meses después del término del confinamiento, el sistema de trenes de cercanías, del que dependen millones de personas, apenas funciona.
“El gobierno ha permitido que esto suceda”, dice Doporo, de 25 años, mirando a través de la plataforma vacía los cables que cuelgan de las torres de alta tensión afuera. Este productor de video está obligado a caminar hasta el trabajo la mayoría de los días, pese a la amenaza de atracos callejeros.
En un buen día, los trenes de solo siete de las 34 líneas de cercanías del Metrorail hacen el viaje desde el municipio de Soweto hasta la capital económica de Johannesburgo. Los trenes en Ciudad del Cabo solo han reanudado operaciones limitadas.
La disrupción del sistema ferroviario más largo de África amenaza una pieza vital del “Plan Marshall” del presidente Cyril Ramaphosa para reactivar el crecimiento a través de una infraestructura confiable.
Los robos ya han tenido un impacto directo en los negocios de la estación de Orlando.
Charity Motsai, de 49 años, dice que el descenso de clientes casi acaba con su tienda “spaza”, que vende papas fritas, cigarrillos y artículos para el hogar.
“Tenemos suerte de estar abiertos (…) pero es peligroso. Los ladrones llegan aquí todos los días para sacar cable, así que hemos hecho nuestro propio plan. A veces vienen con armas, con AK-47s. Incluso hoy están sacando cable”, afirmó Motsai.
Solo hubo 274.000 viajes en tren de pasajeros en julio, frente a 5,5 millones de marzo, según Estadísticas de Sudáfrica.
Esta es una aceleración de una tendencia de una década. Los viajes anuales en tren disminuyeron por tres, desde unos 634 millones en 2010 a 208 millones a fines de 2019, principalmente por un servicio ferroviario cada vez menos fiable.
La policía calcula que el robo de cables cuesta a la economía 5.000 millones de rands (320 millones de dólares) al año. Steve Harris, secretario general del Sindicato Nacional Unido del Transporte, asegura que es más.
“Nunca hemos visto el sistema ferroviario en este estado. Es diabólico”, dijo Harris a Reuters.
Reuters