“The Playbook”, de estreno en Netflix el día 22, es una serie documental sobre cinco grandes entrenadores (entre ellos, José Mourinho), en lo que pretende ser una aproximación a las experiencias vitales que dieron forma a sus respectivas filosofías en los terrenos de juego.
Aunque el tiempo limitado que el formato (que cuenta con LeBron James como productor ejecutivo) dedica a cada una de esas figuras -algo más de 30 minutos- no permite conocer nuevos detalles acerca de sus personalidades o la consecución de sus éxitos, sí les permite mostrar, una vez más, el tremendo carisma que poseen.
Es el caso de Mourinho, que en apenas un minuto deja claro lo que va a poder encontrar el espectador. La charla, que se produjo en diciembre del año pasado, arranca con la pregunta: ¿Cuáles son sus recuerdos más tempranos de la infancia? A lo que el portugués responde: “No quiero hablar de ello”.
Segunda pregunta: ¿Cuáles fueron las experiencias que forjaron su filosofía? Y, de nuevo, una contestación cortante: “No quiero entrar en ello”. Pero el de Setúbal se relaja y comienza a dar juego poco después, con perlas que harán las delicias de sus acérrimos seguidores: “Siempre he sentido que el fútbol es una religión, no un deporte”.
El capítulo dedicado al extécnico del Real Madrid repasa de forma meteórica su trayectoria desde su llegada al Oporto (2002), cuando toma las riendas de un equipo sumido en la peor crisis de los últimos tiempos y lo moldea a imagen y semejanza del espíritu competitivo y luchador de esa ciudad del norte de Portugal. Dos años después, el éxtasis (la Liga de Campeones) y su fichaje por el Chelsea.
En medio de ese relato, Mourinho confiesa que soñaba con el fútbol en todo momento siendo niño.
“Quería ser jugador, pero no era suficientemente bueno. No tenía el talento, pero supe muy pronto que sí lo tenía para entrenar”, explica Mourinho, que en el episodio repasa el momento en el que, a pesar de una sanción de la UEFA, no dudó en esconderse en su vestuario durante una eliminatoria de cuartos de final de Liga de Campeones contra el Bayern de Múnich.
Incluso llegó a meterse dentro de una cesta de ropa sucia para que no lo encontraran los miembros de la UEFA que acudieron al vestuario.
“No me enorgullezco de ello porque fue contra las normas, pero estoy orgulloso de aquello como líder, como amigo de mis jugadores. Por tu familia haces cualquier cosa, incluso romper las reglas”, asegura.
Después se repasa su etapa en el Inter de Milán y se hace hincapié, nuevamente, en la unidad de ese grupo. Mou habla de ese equipo en términos de hermandad y unidad. La culminación: otro título de Liga de Campeones en 2010, esta vez en el Santiago Bernabéu, el estadio que sería su hogar la siguiente temporada.
Su paso por el Real Madrid apenas tiene trascendencia en el capítulo, aunque deja alguna mención marca de la casa: “A las grandes estrellas no les vas a enseñar a jugar al fútbol. ¿Le vas a enseñar a Cristiano a tirar una falta? (…) No, les enseñas a jugar al fútbol en ese equipo. No les digo lo que tienen que hacer. No soy Waze (el navegador). Les oriento, pero lo tienen que hacer ellos. Tienen que entender por qué”.
Habla también de su relación con las grandes estrellas a las que ha entrenado a lo largo de su carrera, como Cristiano, Ibrahimovic o Drogba: “Son grandes talentos, pero sin el equipo no pueden expresar todo lo que tienen dentro. No entreno jugadores de fútbol, entreno equipos de fútbol”.
Y, como epílogo, deja una interesante reflexión: “El fútbol es corazón. Se trata de ganar. He cometido errores (…), pero han pasado 25 años, 20 años, 10 años… y aquellos equipos que entrené siguen siendo equipos. Si alguien necesita algo, ahí estamos para él. Los títulos quedan para la historia, pero para mí lo que queda es el aspecto humano”.
Las otras cuatro charlas, emotivas y constructivas, son con Doc Rivers, actual técnico de Los Angeles Clippers; Jill Ellis, la entrenadora de más exito del fútbol estadounidense; Patrick Mouratoglou, técnico de Serena Williams; y la entrenadora de baloncesto Dawn Staley.
EFE