Encontré una versión del libro “Perfiles de Coraje” de “J. F. Kennedy” y “Theodore Sorensen”. Narra de manera dramática, la lucha desesperada de aquellos “Políticos” que dieron lo mejor de sí en momentos cruciales de la historia. Sabían que nadie les daría las gracias, por el contrario, les quedaba claro que estaban cavando su tumba en el terreno político; para algunos su proceder era lo mismo que tomar un tren que los llevaría muy lejos. Aun así hicieron, lo que era correcto, para lo cual se necesitaba un gran valor.
¡Platón! distingue en su “República” la justicia de la demagogia. ¡La justicia es darle a cada quien lo que le corresponde! ¡La demagogia es no dar lo que corresponde! Pero decirle al otro lo que quiere escuchar, mentirle, dulcificar los oídos, adular al pueblo. Podemos trazar, un paralelo con la situación en nuestro país; a nosotros nos hace falta nuevos políticos con coraje, capaces de derribar el muro del mesianismo, populismo, capaces de pensar por sí mismos y de elevar su pensamiento. Hoy sin embargo la política parece reducida al marketing nefasto, a la no discusión de ideas, al no coraje.
En las campañas políticas de hoy se observa, la injusticia y la demagogia como norma, por lo que, repetir lo que la gente quiere escuchar no es hacer política, y sin embargo, eso es lo que hacen hoy la mayoría de los políticos, candidatos y gobernantes. Venezuela se encuentra inmersa en un profundo estancamiento social, moral, espiritual, económico que acaba arrojando cifras hiperinflacionarias, una estanflación inédita, enfermedades, suicidios y muerte por hambre; el problema número uno del país, es precisamente, los viejos políticos y sus séquitos, que representan una simbiótica relación perniciosa y de perversa existencia que supedita los intereses colectivos a los propios, con prácticas inmorales, apátridas y de amplia y reconocida corruptela, existe en el gobierno, existe en la oposición y en la misma sociedad criminógena.
La Política como visión global de la acción del Estado, como entelequia definida y organizada en la Constitución y cuyas bases es el ordenamiento jurídico dictado conforme a ella, involucra todos los aspectos y materias que traducidas en políticas públicas tienen incidencia, determinan las relaciones del individuo entre sí, en su desenvolvimiento pleno vinculado a la más íntima observancia, a su dignidad como premisa esencial de eficacia y validez de los derechos humanos.
Es la sabiduría del político, su formación y conocimiento de la institucionalidad del Estado, de la conducta humana y del sentir del país, lo que permitirá adoptar la decisión conveniente más allá de aquella que erróneamente puede exigir un colectivo, entre otras razones, sometidos a presiones indebidas o inspirados por falsos intereses que no se corresponden en el momento con aquellos que sí benefician a la sociedad y al Estado.
Deja de ser la “Política” una actividad de improvisados, de aventureros y desfasados que convierte a las instituciones en un valladar para el progreso, en obstáculos insalvables para la participación ciudadana creativa, proactiva e involucrada en los asuntos que le concierne y afecta, el reducto de pillos disfrazados de dirigentes que no son más que cazadores de fortuna amparados en una institución partidista de la cual se valen para que en gavilla asalten la riqueza pública.
Como lo muestra Platón a Trasímaco, en “La República”, es pensar que la mentira, el enriquecimiento, la vileza, el engaño, la sospecha, nos permiten vivir en sociedad, y nos vuelven mejores ciudadanos. Platón no era ingenuo, Kennedy tampoco; ingenuidad es pensar, que esto que tenemos como Patria, con tanta desigualdad, estancamiento y muerte es un país civilizado.
Con estos criterios pues, todos los que alguna vez lucharon por sus derechos eran ¿ingenuos?; no lo eran, eran grandes hombres, grandes voces por la libertad, o es que cuando, Sorensen, Kennedy y Platón, escribieron, lo hicieron desde la convicción de que sin coraje político no hay democracia, que sin amor y sin valor no hay derechos. Si aún vivieran sin duda alzarían su voz y serían los nuevos políticos de estos tiempos en esta tierra para defender a la democracia. …Así pues, compatriotas: preguntad no qué puede vuestro país hacer por vosotros; preguntad qué podéis hacer vosotros por vuestro país…
Debemos elegir nuevos líderes entre aquellos que en vez de amasar fortunas con el dinero de todos, sean buenos constructores y honrados. Pues lo que se necesita no son políticos pillos, sino leales emprendedores de un nuevo país. Venezuela merece ser construida desde nuevos cimientos. Esta vez no dejaremos a los políticos actuar solos. Toca ahora a los líderes el trabajo de gobernar junto con los ciudadanos. ¡Si usted acepta que un corrupto lo chantajee y soborne usted es tan corrupto como él!
Quien prefirió hacerse nuevo rico que liderar la liberación de Venezuela, no se merece una nueva oportunidad, sino que le enseñen la puerta de atrás de la historia. ¡Venezuela no necesita políticos! Necesita gente que realmente la ame y que ame lo que hace. Que cuando sea designada a un cargo, piense en dejarlo mejor que como lo encontró. No en enriquecerse.
Yo aspiro a vivir en una Venezuela, no solo donde los políticos no roben, sino además, donde no tengamos justificadores y alcahuetas de políticos corruptos. ¡Ojalá! tengamos ciudadanos exigentes y vigilantes que sean transparentes las gestiones y las cuentas públicas. En la nueva Venezuela habrá que prohibir expresamente el culto a la personalidad de los políticos. Y prohibir toda propaganda, toda publicidad que tenga como finalidad endiosar a un político. Basta de tanta manipulación y engaño.
Lamentablemente la “política” en Venezuela está basada en el dinero fácil, el populismo, estatismo, y uno y cada uno de los supuestos líderes políticos, no son más que mercenarios que buscan ganancias económicas bastardas y sucias.
Gervis Medina
Abogado-Criminólogo