El presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, respondió hoy desafiante a su creciente aislamiento internacional negándose a conversar con líderes occidentales, reforzando la seguridad en las fronteras del país ante una presunta amenaza de la OTAN y anunciando medidas para impedir nuevas protestas opositoras.
“Los líderes de los países occidentales nos proponen negociaciones, conversaciones. Y, mientras, siguen en sus trece (…), nosotros no lo aceptamos”, dijo Lukashenko durante una reunión del Consejo de Seguridad del país.
PUTIN, SU ÚNICO INTERLOCUTOR
Lukashenko, conocido durante muchos años como el último dictador de Europa, había optado por una tímida apertura en el marco del deshielo con Occidente, pero de la noche a la mañana ha apostado por el aislamiento como mejor forma de acallar la revolución pacífica que se cree en marcha en Bielorrusia.
La decisión hoy, miércoles, de la Unión Europea de no reconocer su victoria en las elecciones presidenciales del 9 de agosto ha acentuado su ostracismo, con la excepción del vecino del norte.
Su único interlocutor es el presidente ruso, Vladímir Putin, con el que volvió a hablar hoy por teléfono por cuarta vez en las últimas 72 horas.
“Los jefes de Estado coordinan sus acciones, en primer lugar en el marco de los acuerdos firmados, es decir, la Unión Interestatal (entre Moscú y Minsk) y la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva”, conocida como el brazo armado postsoviético, explicó Natalia Eismont, la portavoz presidencial.
La canciller alemana, Angela Merkel, a la que Lukashenko describió antes de las elecciones como una “loba”, lamentó hoy que el líder bielorruso se negara a hablar con ella por teléfono.
En Minsk consideran que, a la vista de la situación, no tiene sentido conversar con otros líderes extranjeros.
“Díganme, ¿qué impresión causaría si, al tiempo que entabla negociaciones con Putin, el presidente bielorruso discute algo con Merkel? Bajo nuestro punto de vista, al menos, no quedaría muy bien”, explicó Eismont.
ACUSACIONES DE INJERENCIA EUROPEA
Además de negarse a dialogar con Occidente, ordenó al Ministerio de Exteriores que informe a los líderes extranjeros, desde Merkel hasta el presidente francés, Emmanuel Macron, y a los dirigentes de los países vecinos, Polonia, Lituania y Ucrania, lo que realmente está pasando.
“Que sepan lo que está pasando, el punto de vista oficial, y advertirles sobre su responsabilidad a la hora de instigar los disturbios. Financiar los disturbios es instigar. Y vemos hoy que dicha financiación prosigue”, aseveró.
Destacó que los países europeos han insuflado ingentes recursos económicos para patrocinar las protestas postelectorales y que las autoridades locales lo ven.
“Lo sabemos y estamos en ello”, señaló.
Lukashenko llamó a las cancillerías occidentales a no “señalar con el dedo” a Minsk y preocuparse más de las protestas en Francia y Alemania, y los “horribles disturbios” en Estados Unidos.
INCONDICIONAL RESPALDO RUSO
Le respaldó el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, quien aseguró en la televisión pública que Moscú está “extremadamente” preocupada por los intentos de aprovechar “dificultades internas” para interferir en los asuntos internos de Bielorrusia.
“No sólo quieren entrometerse, sino imponer a los bielorrusos el orden que a los actores externos les parece más adecuado. Nadie oculta que se trata de geopolítica, de una lucha en el espacio postsoviético. El último ejemplo es, por supuesto, Ucrania”, apuntó.
Lavrov aseguró que “Lukashenko, los derechos humanos y la democracia” son sólo una tapadera para que Occidente pueda promover sus intereses en el mundo.
Admitió que las elecciones bielorrusas “no habían sido ideales” y que las propias autoridades lo reconocen, pero que es la oposición la que rechaza el diálogo y denunció los intentos de “provocar” a las fuerzas de seguridad bielorrusas.
En cuanto a una posible mediación internacional, solicitada por la oposición, pero que fue hoy rechazada por la Unión Europea, Lavrov llamó a retrotraerse a lo ocurrido en 2014 en Ucrania, cuando el presidente ucraniano, Víktor Yanukóvich, aceptó la mediación europea, pero fue derrocado justo después.
En la misma línea, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, aseguró que, aunque Bielorrusia es un “país hermano”, “son los bielorrusos los que deben ellos mismos solucionar sus problemas en el marco del diálogo y de cauces legales, y sin injerencia exterior”.
VIGILAR A LA OTAN
Un día después de movilizar a las tropas en la frontera con la OTAN, Lukashenko volvió a presidir la reunión del Consejo de Seguridad, donde ordenó hacer frente tanto a las amenazas internas como externas.
Ordenó a la guardia fronteriza “reforzar la vigilancia de la frontera en todo su perímetro para impedir la entrada en Bielorrusia de mercenarios, armas, municiones y recursos para la financiación de los disturbios”.
Más tarde, el Ministerio de Defensa explicó que el Ejército reforzará la defensa en la región de Grodno, que limita con Polonia y Lituania y en cuya capital se han celebrado las protestas postelectorales más multitudinarias, después de Minsk.
“En la ciudad de Grodno ya izan banderas polacas. Esto es inadmisible. A este tipo de cosas se les pondrá coto de manera drástica. Hay muchas ganas de desestabilizar la situación allí, aún más que en Minsk”, aseguró hoy Lukashenko.
El mandatario agregó que hay que prestar “especial atención” a los movimientos de tropas de la OTAN en Polonia y Lituania, cuyos Gobiernos han respaldado a la oposición en sus demandas de unas nuevas elecciones presidenciales.
“Tenemos que vigilar sus desplazamientos y sus intenciones. Tenemos que tomar medidas y no dudar en desplegar nuestro Ejército y equipos en dirección del desplazamiento (de las fuerzas de la OTAN)”, resaltó.
SIN TROPAS RUSAS
A su vez, negó rotundamente que en Bielorrusia se hayan desplegado ya tropas rusas y relacionó las insinuaciones al respecto con “noticias falsas” en internet.
“En lo que se refiere a tropas extranjeras, a día de hoy en Bielorrusia no hay ni una sola persona de otro país”, dijo.
Esto también fue negado por Peskov, quien subrayó que “el armamento ruso se encuentra en territorio de la Federación Rusa”.
Y recordó que los propios dirigentes bielorrusos reconocieron que “no hay necesidad” de poner en marcha la asistencia militar contemplada en la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, que incluye a Rusia, Bielorrusia y otras antiguas repúblicas soviéticas.
KGB, PREVENIR NUEVAS PROTESTAS
Además, Lukashenko ordenó al KGB y al Ministerio del Interior bielorrusos a que encuentren a los organizadores de los disturbios y bloqueen sus fuentes de financiación.
“La gente se ha cansado, quiere paz y tranquilidad”, aseguró y amenazó con disolver el recién creado Consejo coordinador opositor para el traspaso pacífico del poder, que consideró un Gobierno “paralelo”.
Volvió a acusar a muchos manifestantes de cobrar dinero por participar en las protestas -la última de las cuales el domingo reunió a 200.000 personas- y llamó a los huelguistas a “cerrar la puerta” y no impedir trabajar “a los demás”.
“No estamos solos”, dijo y recordó que también ha habido mítines en su apoyo con la participación de “casi 100.000” personas.
EFE.