El laboratorio que más vacunas ha logrado en las últimas décadas tiene una candidata, V590, con tecnología ya probada en la inmunización contra el ébola, que podría ser de dosis única y una forma sencilla de administración
Por: infobae.com
El planeta entero observa la carrera por la vacuna contra el coronavirus causante de la pandemia, con dos candidatas favoritas: la de la Universidad de Oxford, que AstraZeneca producirá masivamente y sin fines de lucro, y la de Moderna, que sería la primera vacuna hecha con información genética de un patógeno, en lugar de material vivo inactivo. Ambas —al igual que la de Pfizer, que podría solicitar autorización de emergencia para usarla tan pronto como octubre— están ya en la fase 3, o final, de ensayos clínicos, que se hace a gran escala.
Merck, en ese panorama, parece un candidato atrasado: sólo se sumó a la carrera cuando los Estados Unidos se acercaban ya a los 100.000 muertos por COVID-19. Su fase de pruebas en seres humanos comenzará en la segunda mitad de agosto. En una audiencia ante el Congreso estadounidense, en julio, los ejecutivos de Merck dijeron que 2021 es lo más temprano que se puede esperar una vacuna y que el plazo no se podía acortar con recursos. Y su director ejecutivo, Kenneth Frazier, enfatizó en una entrevista para Harvard Business School: ”Decirle al público que habrá una vacuna a finales de 2020 es causarle un grave perjuicio”.
Si la frase sonaba defensiva, pronto Frazier mostró que, en realidad, apuntaba a lo contrario: Merck podría ser el ganador en una competencia que acaso se imagina como la de la fábula de la liebre y la tortuga.
“Permítame darle un solo dato”, dijo el CEO a la profesora Tsedal Neeley, quien lo entrevistó para la publicación de la escuela de negocios de Harvard. “En el último cuarto de siglo, sólo ha habido siete vacunas verdaderamente nuevas que se introdujeron globalmente en la práctica clínica. Merck tiene la patente de cuatro. El resto del mundo, de tres”.
Bloomberg Businessweek lo destacó en un artículo: “Nunca es prudente descartar a Merck de la búsqueda de una vacuna. El siglo de éxitos de la empresa —en alusión al XX— incluye algunas de las primeras inoculaciones contra el sarampión, las paperas, la rubeola y la varicela. La mayoría de los niños estadounidenses reciben hoy vacunas contra las cuatro enfermedades hechas por Merck. La compañía ha sido pionera en las vacunas contra el virus del papiloma humano, en 2006, y el ébola”.
De los tres programas que Merck estudiaba en mayo, uno de ellos —realizado en colaboración con la Iniciativa Internacional para una Vacuna contra el Sida, IAVI, una organización sin fines de lucro— parece ser el favorito, según BioProcess International (BPI): “Conocido como V590, se basa en la tecnología del virus de la estomatitis vesicular recombinante (rVSV), ya probada en la vacuna contra el virus del ébola del Zaire de Merck, Ervebo, la primera vacuna rVSV autorizada para su uso en humanos”.
Frazier dijo a Neeley que, desde luego, el laboratorio “podría haber hecho algo antes”; sin embargo, la decisión que se tomó fue otra: “Mis colegas han estado trabajando en esto desde que se conoció el coronavirus, pero se toman su tiempo y son muy concienzudos sobre los programas que estiman que podrían marcar una diferencia en el largo plazo”.
La razón es obvia, lo citó Reuters: “Si vamos a usar una vacuna en miles de millones de personas, debemos saber qué hace esa vacuna”. Algunos ensayos en laboratorio de fórmulas para inmunizar a los humanos contra el SARS-CoV-2 mostraron que “no sólo no brindaban protección, sino que en realidad facilitaban que el virus invadiera las células, porque eran incompletas en términos de propiedades inmunógenas”.
La gran firma farmacológica apuesta a que al público no le molestará esperar un poco más por la vacuna si es más potente y conveniente, analizó Bloomberg. La mayoría de las candidatas principales a inmunizar contra el COVID-19 requerirán dos dosis, una vacuna y un refuerzo, para provocar una respuesta suficientemente protectora. “Roger Perlmutter, científico principal de Merck, dijo que su equipo está trabajando para lograrlo de una sola vez. Es un objetivo audaz y no hay garantía de que funcione. Johnson & Johnson es uno de los pocos que anunciaron planes para probar un régimen de dosis única en sus ensayos de gran escala, pero también prueba regímenes de dosis múltiples”.
Según BPI, Perlmutter reveló otro detalle en una conferencia con inversores de Merck: “Una ventaja adicional de la V590 es que puede resultar activa administrada por vía oral mediante un protocolo de hacer buches y tragar”, dijo a los interesados. “Si esto fuera efectivo, ayudaría adicionalmente a reducir las barreras a la vacunación”.
A diferencia de sus competidores, el laboratorio utiliza una estrategia tradicional: una versión debilitada del coronavirus que se reproduce en el cuerpo sin provocar la enfermedad de COVID-19. Es el método que ha empleado en la mayoría de sus vacunas, con la diferencia de agregar material genético del SARS-CoV-2.
El camino que eligió la firma tiene un inconveniente principal: si los ensayos de fase 3 de AstraZeneca y Moderna tienen éxito, mucha gente no se quedará esperando. “Y una vez que las vacunas competidoras lleguen al mercado, podría resultarle difícil inscribir pacientes para estudios de gran escala”, según Bloomberg.
Mientras tanto, el laboratorio patentó una droga para tratar los síntomas de COVID-19 que se administra por vía oral y que comenzará sus pruebas de fase 3 en septiembre: se basa en un compuesto eficaz contra otros coronavirus que se mostró exitoso en laboratorio contra el SARS-CoV-2. “También en este caso Merck opera de manera conservadora —completó la publicación—: ‘Esta no es nuestra última pandemia’, dijo Perlmutter en la conferencia con los inversores. ‘Y probablemente no sea la última pandemia causada por un coronavirus’”.