Carmen Elena Álvarez Castro es una anciana de 80 años. Una venezolana que, como muchas, debe afrontar sus penurias de salud en una Venezuela donde enfermarse es un lujo. Sus hijos la han acompañado varias noches en el Pérez de León II, hospital ubicado en la populosa barriada de Petare, en Caracas.
Por: Daniel Hernández || El Estímulo
Desde el inicio de la cuarentena, el hijo mayor, por miedo a llevar el virus de COVID-19 a su casa, no frecuentaba a su madre. Carmen Elena vive con su hija, pero esta tenía que dejarla sola, porque también debe trabajar. Carmen es diabética. Su salud comenzó a resentirse y, al ver el estado de la mujer, la hija decidió llevarla al “nuevo Pérez de León”.
Fachada engañosa
De primera impresión, el Pérez de León II luce como un hospital que se encuentra en mejor estado que muchos otros. Fue construido durante la gestión de Hugo Chávez, Frías en este siglo, pero la modernidad del hospital solo está en la imagen que se ve desde fuera.
Carmen llegó el lunes 17 de julio de 2020, presentando una complicada situación de salud. El ingreso, ciertamente, no fue dificultoso. La anciana venía mal, con una tos persistente. Su condición obligó a los porteros del edificio a abrir la puerta y recibirla. Fue atendida de inmediato.
Ella y su hija agradecen la ayuda, porque vienen desde Caucagüita y los CDI de la zona no están funcionando correctamente. Hasta ese momento, el trato hacia ella fue cortés y aún no se veían los detalles del declive hospitalario. Pero Inés, la hija de Carmen, empezó a ver el deterioro al ingresar a su madre a la habitación de hospitalización de la sala 5. Inmediatamente, llevó a su madre al baño, pero este no tenía agua. Inodoros tapados y una muy llamativa presencia de chiripas hacían desagradable el acceso al sanitario. La habitación la comparten con la señora Teresa y con Justina, ambas ancianas mayores de 70 años.
Carmen pasó su primera noche en el hospital acompañada por Inés, quien en un momento de impotencia llamó a su hermano y le contó cómo iban las cosas al final del día. «Chamo, esto es horrible, el chiripero del baño en las noches invade la habitación, y ni te cuento el calor… Aquí no hay aire acondicionado».
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