El segundo estado más poblado de Australia, Victoria, declaró el domingo el estado de desastre e impuso el toque de queda por la noche en su capital, Melbourne, como parte de las restricciones al movimiento más severas impuestas hasta la fecha en el país para contener un rebrote de COVID-19.
Melbourne, la segunda ciudad más grande de Australia, que ya se encontraba sujeta a una nueva cuarentena de seis semanas, está tratando de poner la enfermedad bajo control. La semana pasada se registraron cifras récord de infecciones por causa del nuevo coronavirus.
El domingo el estado de Victoria registró 671 nuevos casos, uno de los mayores aumentos diarios hasta la fecha, así como siete muertes por COVID-19. El alto número de transmisiones entre miembros de la comunidad y los casos de origen desconocido han forzado la imposición de nuevas restricciones, que estarán en vigor durante seis semanas, dijeron las autoridades.
“Las restricciones actuales han evitado miles y miles de casos cada día, y consecuentemente miles de personas en el hospital y muchas más tragedias de las que hemos visto. Pero no están funcionando lo suficientemente rápido”, dijo el primer ministro del estado de Victoria, Daniel Andrews, en una sesión informativa televisada.
A partir del domingo por la noche se implantará en Melbourne un toque de queda desde las 8 p.m. hasta las 5 a.m. durante todos los días de la semana, lo que impedirá a los casi cinco millones de habitantes de la ciudad salir de sus casas excepto para trabajar o para recibir o prestar cuidados.
Las nuevas y amplias restricciones limitan el tiempo que los residentes de Melbourne pueden dedicar al ejercicio al aire libre y a realizar compras de productos esenciales. Todas las escuelas pasarán a impartir lecciones a distancia a partir del miércoles.
Los supermercados permanecerán abiertos, mientras que los restaurantes, cerrados al público, podrán continuar con sus servicios de comida para llevar y de entrega a domicilio.
RESPALDO FEDERAL
El Gobierno federal de Australia mostró su respaldo a las medidas del estado de Victoria. El primer ministro australiano, Scott Morrison, dijo en un comunicado publicado en su perfil de Facebook que las medidas son “desafortunadamente necesarias” para contener la propagación de la pandemia.
“Estamos todos juntos en esto y lo superaremos”, dijo Morrison.
El ministro de Salud de Australia, Greg Hunt, dijo en una sesión informativa televisada que el Gobierno federal apoya las medidas “con pesar”.
“Lo hacemos porque ayudarán a salvar y proteger vidas”, dijo Hunt.
El respaldo a las medidas adoptadas por el gobierno del Partido Laborista del estado de Victoria por parte del Gobierno federal australiano, formado por una coalición liderada por el Partido Liberal, muestra la unidad de todo el espectro político nacional en un país con un sistema federal poco rígido.
A Australia le ha ido mucho mejor que a muchos otros países en evitar la propagación del coronavirus, pero a un alto coste económico. Ha registrado alrededor de 18.000 casos de coronavirus y poco más de 200 muertes por COVID-19, pero el reciente aumento en el estado de Victoria ha demostrado ser difícil de contener.
El estado de desastre da a la policía de Victoria poderes adicionales para asegurar que se cumplan las instrucciones sanitarias.
“No tenemos otra opción que tomar esta decisión y seguir adelante”, dijo Andrews. “Es la única opción que tenemos”.
Las restricciones al movimiento y a la actividad comercial en otras partes del estado serán menos severas que en Melbourne. Andrews dijo que el lunes se anunciarán más restricciones para los negocios de todo el estado de Victoria.
El vecino Nueva Gales del Sur, el estado más poblado del país, registró el domingo 12 infecciones. Las autoridades del estado recomiendan “encarecidamente” el uso de mascarillas en espacios públicos. Reuters