Ocho días en cama y tratándose de forma ambulatoria por recomendaciones médicas no fueron suficientes para que el periodista nicaragüense Álvaro Navarro se recuperara satisfactoriamente de COVID-19 sin necesidad de recurrir a un hospital del país.
Por Houston Castillo Vado | Voz de América
Navarro comenzó a presentar síntomas sin tener claro dónde y cómo contrajo el virus, pero si algo tenía presente era que no quería formar parte de las tétricas históricas que ha contado desde su medio digital sobre la saturación de camas y escases de ventiladores en los hospitales de Nicaragua.
El periodista relata a la Voz de América que acudir a un hospital le aterraba y temía por su vida, conociendo el contexto actual y por la forma en que desde su medio ha criticado el manejo de la pandemia por el gobierno de Daniel Ortega.
“Estuve ocho días en mi casa, pero desde el sexto ya iba perdiendo capacidad respiratoria. Tenía mucha tos y cansancio. Se me dificultaba ir al baño, levantarme de la cama o hacer una labor sencilla”, rememora Navarro, propietario del medio digital Artículo 66.
Navarro pidió ayuda uno de sus amigos para ser atendido en un hospital privado, en donde fue estabilizado, pero a las horas le dijeron que tenía que ser trasladado a otro centro hospitalario debido a la baja saturación de oxígeno que tenía en la sangre.
“Llegué al hospital, me estabilizaron y pensé que hasta ahí había llegado el problema, pero después me dijeron que me tenían que trasladar porque probablemente en las próximas horas iba a necesitar de una máquina de respiración artificial y ahí no tenían”, recuerda Navarro.
Finalmente, tras buscar en otros hospitales de la capital nicaragüense, Navarro fue internado en una clínica adscrita al Seguro Social, donde había una cama y un ventilador disponible para caso de necesidad.
Allí la situación también era caótica, relata el periodista. La Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) se encontraba saturada y recuerda que el lugar donde estaban los pacientes con COVID-19 era un área casi improvisada en un sótano.
“Cuando yo llego al hospital privado, había una cama y un ventilador. Logré contar 18 camas, todas llenas, pacientes con estructuras plásticas porque estaban con la intubación. Los médicos también decían que ya no había más camas”, recuerda.
Navarro dijo que por la falta de camas se estaba tomando la decisión de hospitalizar a los pacientes más graves y al resto enviarlos a sus casas.
“En ese lugar la intubación ya no la hacen, aunque la necesiten pacientes de la tercera de edad. En teoría, la intubación les permite una oportunidad a que el cuerpo se estabilice, pero era tanta la demanda”, añade el periodista.
Nicaragua con pocas camas, personal médico y ventiladores
Según datos oficiales del Ministerio de Salud de Nicaragua, por cada 10.000 habitantes hay 12 camas hospitalarias, 10 médicos, 8 enfermeras y 9 auxiliares de enfermería.
A nivel nacional el sistema sanitario cuenta con 73 hospitales, 143 centros de salud, 1.333 puestos de salud, 5 centros especializados, para atender a más de 6 millones de habitantes, según el Instituto Nacional de Información de Desarrollo.
La cantidad exacta ha sido manejada con sigilo y las autoridades sanitarias han evitado hablar del tema.
Recientemente, la ministra de Salud, Martha Reyes, anunció la adquisición de 70 ventiladores y 40 camas, que serán enviados al Sistema Local de Atención Integral en Salud, Silais, de Nicaragua para los hospitales, tres meses después de reportarse el primer caso de COVID-19.
El diputado oficialista Carlos Emilio López ha defendido la narrativa del presidente Ortega, que ha dicho que en Nicaragua se encuentra todo bajo control con la pandemia.
“Tenemos 11.732 camas de especialización. Este número de camas te dije que es falso, es mentira que en Nicaragua haya una situación de colapso hospitalario. Tenemos 562 salas de Cuidados Intensivos y 429 ventiladores”, dijo López al ser consultado sobre este tema por la VOA.
Se desperdiciaron tres meses para prepararnos, dice experto
El doctor Jorge Iván Miranda, miembro de la Asociación Nicaragüense de Neumología comenta a la VOA que desde el reporte de los primeros casos de COVID-19 en el país el sistema sanitario público y privado comenzó a colapsar abruptamente.
“Al inicio de la epidemia, cuando empezaron a aumentar los casos de manera exponencial, los sistemas públicos y privados estuvieron a punto del colapso. Había demanda de hospitalizaciones, por ejemplo, el sistema privado sí colapsó. Muchos de los pacientes graves venían a la zona de emergencias y teníamos que iniciar un calvario por la falta de camas”, dijo Miranda.
El doctor Miranda es un médico subespecialista en Neumología de adultos, graduado en la Universidad Autónoma de México (UNAM) e Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER).
Actualmente Miranda labora en dos hospitales de la capital nicaragüense y advierte que, si bien la situación de demanda hospitalaria ha disminuido, hay que estar alerta de una nueva demanda de casos.
“Esa situación ha disminuido bastante en las últimas semanas y actualmente la ocupación de camas en el área de casos de leves a moderados anda alrededor del 36%, y el área de Unidad de Cuidados Intensivos se mantiene a un 60%”, dijo el experto.
Miranda añade que lo que se vio semanas atrás es apenas la punta del iceberg.
“Los casos que se hospitalizan representan apenas el 5% de los pacientes que están siendo atendidos ambulatoriamente. Entonces no es una buena medida para valorar como está la curva de la pandemia, solo hablar de los hospitalizados”, comenta Miranda.
El neumólogo critica la gestión del gobierno de Ortega por la falta de preparación que tuvo el Ministerio de Salud para afrontar la pandemia y dice que como consecuencia se vio impactado el sistema sanitario.
Una oportunidad desaprovechada
“Tuvimos tres meses para prepararnos, pero fue una oportunidad desaprovechada. Sobre todo, el sistema público. El discurso era no generar pánico y minimizar el problema como que no iba a venir, y viste la cantidad de trabajadores sanitarios fallecidos. La mayor parte de contagiados y fallecidos los aporta el sistema de salud, eso te habla de una mala preparación”, lamentó Miranda.
El especialista asegura que las primeras medidas que se debieron haber tomado cuando la pandemia llegó a Latinoamérica era adquirir equipos de protección para el personal de salud, preparar áreas especiales para atender estos pacientes y hacer un sondeo de cuántas camas y ventiladores se contaban para afrontar el nuevo coronavirus.
“Eso se vio tardío y lo vimos reflejados en la muerte de médicos. También el seguro social nunca designó un solo centro donde atender pacientes con COVID-19. Eso propició el contagio en hospitales. Fue un desastre en ciertos hospitales”, lamentó.
Hasta este 8 de julio, el Ministerio de Salud de Nicaragua reportaba 2.846 casos confirmados de COVID-19 y 91 fallecidos.