Pandemia y crisis económica, dos nubarrones sobre la depresión y la ansiedad en Venezuela

Pandemia y crisis económica, dos nubarrones sobre la depresión y la ansiedad en Venezuela

Personas en una fila para recibir alimentos de una organización benéfica, en Carapita, un barrio pobre de la capital, durante la cuarentena debido al brote de la enfermedad por coronavirus (COVID-19), en Caracas, Venezuela Abril 30, 2020. Foto tomada el 30 de abril, 2020. REUTERS/Manaure Quintero

 

Casi entrando en estado de pánico y agradeciéndole a Dios por haberla calmado, Delia Guerrero pudo dormir la madrugada del sábado 4 de julio. Es ansiosa desde hace más de un año y afirma que la pandemia de Covid-19 acrecentó su malestar. Asegura que llegó a estar atormentada por tanta información.

Por: Jesús Herrera || Noticiero Digital

Ese día desayunó, se vistió, y emprendió junto a su novio una travesía: ir a Catia a buscar comida. Lejos de la soledad que los discursos del régimen de Nicolás Maduro prometen, la zona estaba abarrotada de gente. Contó que hasta los buhoneros que venden cilantro y perejil estaban en plena calle ante el «ojo ciego» de los funcionarios de la PNB.

Regresó, se desinfectó y procuró no tocar nada en su casa. Para ella es vital que todo esté limpio. La ansiedad es permanente. Tiene que ir a surtirse en el lugar menos vacío de Caracas en medio de una pandemia que ya ha cobrado más de 550 mil vidas e infectado a más de 11 millones en el mundo.

La opinión de tres expertos

El primer caso de coronavirus en Venezuela fue anunciado el 13 de marzo. Desde ese momento el confinamiento se ha cumplido parcialmente. A comienzos de junio se introdujo el 7+7 (7 días con “relativa normalidad” y 7 de cuarentena) pero los casos continuaron creciendo hasta llegar a más de 7.000 casos confirmados y 65 fallecidos. Esta semana el país está en cuarentena.

La cuarentena y la crisis económica han generado cuadros de depresión y ansiedad entre los venezolanos y en algunos casos, ha agudizado estos trastornos capaces de paralizar la vida cotidiana de una persona. Así lo ratifican tres profesionales de la salud mental consultados por ND: El psicólogo Luis Morello; la vicepresidenta de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría (SVP), doctora Petra Aponte; y la psicóloga Irene Ferreira.

Los tres coinciden en que estos trastornos están influenciados por la incertidumbre, el miedo, el pánico, la angustia, el estrés y la inseguridad que, juntos, hacen el cóctel perfecto para generar en una persona activa cuadros depresivos y ansiosos, así nunca se haya topado con ellos.

El psicólogo Morello dice: “Lo que ocurre en estas semanas es que hay dificultades para relacionarse con los demás. Me separo de la gente. Me aíslo. Hay pérdida de interés en las actividades diarias. Tengo muchos pensamientos negativos asociados a la posibilidad de enfermarme, que no tengo posibilidades de cura. De que no tengo una alternativa para poder salir de la situación. Hay alteración del sueño, tanto en la conciliación como en el mantenimiento del mismo. Hay pérdida del cuidado personal, como el aseo, el deseo de bañarme, de arreglarme. Por eso es que cualquier persona puede, en un momento determinado, llegar a sentirse deprimido sin estarlo como tal”.

Señala además que las consultas son, en su mayoría, de pacientes depresivos y ansiosos “sea cual sea la razón” porque están en una cuarentena que les imposibilita llevar su vida como antes.

“Lo que puede ser epidemia y confinamiento para nosotros es novedoso y dependiendo de las características personales y cómo afrontamos las dificultades, vamos a tener niveles de ansiedad y depresión presentes”, indicó.

Todos los pacientes que he visto presentan estos rasgos. Lo que varía es cómo lo afronta cada uno. Cuál es la capacidad de afrontamiento y la resiliencia. La mayoría de las verbalizaciones de las personas están asociadas a temores de enfermarse, a la posibilidad de morir, el no ver posibilidades de superar la situación por el tema trabajo, económico, la sensación de estar a solas. De hecho, muchas personas actualmente están solas en la cuarentena porque viven solos o no han podido trasladarse a sus grupos familiares”, precisó.

Para la doctora Aponte, vicepresidenta de la SVP, esto es igual de cierto. De hecho, dice que “las personas solicitan ayuda por presentar estado de ánimo triste, alteraciones de sueño, con episodios de irritabilidad, con rabia al no lograr controlar y mejorar su situación de vida actual, pérdida del interés. Nada les motiva, con perspectivas pesimistas, refieren estar cansados, con desesperanza en relación a salir de la situación que les aqueja, incertidumbre y no ven salida. La presentación clínica varía de una persona a otra”.

Pandemia + crisis económica

Aunado al tema de la pandemia, de las enfermedades y sintomatologías en Venezuela, hay un flagelo que ya venía afectando fuertemente a los venezolanos: la crisis económica.

Según los expertos, es una mezcla altamente explosiva. De hecho, para Morello, son en cierta forma fuerzas opuestas: “Por un lado tenemos la necesidad de quedarte en casa para mantenerte a salvo y evitar el contagio, es algo novedoso para nosotros. Yo me protejo solo estando en casa. Y por el otro lado, la necesidad que muchos tenemos de salir a trabajar porque nuestra capacidad económica no nos permite quedarnos en casa. Estamos hablando de estratos económicos desfavorecidos, aunado a lo poquito que gano, al bono, que no permite cubrir una cesta alimentaria suficiente como para quedarme en casa varios días, sino que tengo que salir todos los días y si meto una necesidad de comprar medicinas, esta situación se hace mucho más complicada”.

Para la psicóloga Irene Ferreira la crisis económica junto al confinamiento “agudiza y origina cuadros depresivos que no estaban presentes en algunas personas que estaban adaptadas a su realidad del día a día”.

Cuando las llevas al aislamiento social, donde no se pueden desarrollar laboralmente como lo estaban haciendo o han debido tomar ahorros, y hay afectaciones en viajes o de educación u otras metas (…) para sus necesidades básicas del día a día; al estar de alguna manera confinados para cubrir el área de salud, educación, y vivienda; estas personas van a ir desarrollando procesos de angustia, de ansiedad, porque no saben cómo afrontar esta realidad”.

Y agrega la doctora Aponte: “La situación económica desfavorable y obviamente en poblaciones más vulnerables que deben luchar en el día a día por satisfacer sus necesidades básicas resulta un factor de riesgo para el desarrollo de cualquier enfermedad en el individuo. Las enfermedades afectivas y particularmente la depresión no serían la excepción. En un individuo sometido a estrés constante se generan una serie de reacciones neuroendocrinas que afectan su sistema bioquímico cerebral y van dando origen a enfermedades mentales y entre ellas la depresión, que a su vez lo exponen a complicaciones neurocognitivas, dificultando aún más la vida del individuo y de la familia”.

Finalmente explica que el confinamiento en poblaciones económicamente vulnerables deja mayores consecuencias negativas en la salud mental, en la educación y en lo social, que incluyen el maltrato intrafamiliar, infantil y de la adolescencia.

“Espero que encontremos la salida”

El caso de Delia no es único. También Mirleniz Quintero vive la depresión y la ansiedad. Mirleniz vive en El Cementerio y siempre tiene una sonrisa en la cara, aunque por dentro sienta miedo.

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