“En primer lugar debe haber un monstruo, enemigo que parece invencible, que barre todo a su paso y aterra y explota a la gente. Es entonces que surge el gran héroe y líder, un figurón para la alianza insurrecta que lucha por recuperar el paraíso para el pueblo”, así inicia su relato Robert Shrimsley del Financial Times, del nuevo libro de Philip Seargeant[1] con el título de este artículo.
Hace un fascinante examen de cómo los políticos tejen narrativas sobre ellos mismos como el vehículo para ganarse los corazones de los ciudadanos, lo que el autor reconoce que no es un fenómeno nuevo ni extraño, pero lo actualiza para la singular realidad de nuestros días.
En un contexto político cargado más y más de falsedades, apelar a las emociones de la gente ha probado ser más efectivo que utilizar argumentos racionales, y la más poderosa herramienta para manipular esas emociones es una narración apasionante y fogosamente relatada.
Los triunfos de Trump y los brexiters en EE.UU. y el Reino Unido, son atribuibles a sus fantasiosas fábulas sobre la restauración de una nación gloriosa de tiempos idos que, o nunca existió o es imposible resucitar, pero que les dio una sólida plataforma para llegarle a un público desilusionado y en busca de desagravios.
En el caso de Bolsonaro, prometió reintegrar a su país a un pináculo memorable que sólo existe en su imaginación, al creer que el apotegma quimérico de “Brasil, el país del futuro” ya había ocurrido, mientras que el líder en México montó un combate sin cuartel para arrebatar el poder a “la mafia que lo detentaba,” para regresarlo al pueblo, encarnado en él mismo y sus fantasiosos e inútiles planes.
En el actual clima en el que se agolpan más conceptos orwellianos como “hechos alternativos,” “noticias falsas” y “post-verdades” para ilustrar el discurso político, el libro analiza nueva técnicas, pues si bien tejer narrativas es tan viejo como la sociedad misma, hoy los políticos acceden al público sin filtros ni intermediarios.
Al igual que en la literatura, que sólo cuenta con siete arquetipos[2], en política también son escasos. El más popular ahora es el del tribuno, concepto romano del campeón de la gente que derrota a la poderosa élite que usaba el poder con crueldad y avaricia ilimitadas, negando al pueblo bueno la vida que merece.
La táctica es materia prima básica de toda insurgencia política y la clave consiste en pintar la raya divisoria entre nuestro lado, que tiene más gente que el opuesto. Trump se apropió del concepto de Richard Nixon de la “mayoría silenciosa”, opuesta a la minoría vociferante y ruidosa que se manifiesta beligerante a diario.
Lo que cambia es la narrativa personal del jefe insurgente, que presume no ser parte del sistema aunque lo haya ordeñado por décadas, y cuanto más extravagante sea su conducta, más persuasiva resulta su identidad antisistema. El otro rasgo de este líder es seguir o idear teorías de sórdidas conspiraciones que intentan derrocarlo.
¡Una lectura obligada para tiempos aciagos!
Referencias:
[1] The Art of Political Storytelling: Why Stories Win Votes in Post-Truth Politics, Bloomsbury, 2020.
[2] Christopher Booker, The Seven Basic Plots: Why We Tell Stories, Continuum, 2004.
Este artículo fue publicado en El Cato el 22 de junio de 2020