Ángel Lombardi: Sobre la universidad “semper reformanda”

Ángel Lombardi: Sobre la universidad “semper reformanda”

A mis amigos del equipo rectoral (1992-1998): Antonio Castejón (VAC), Neuro Villalobos (VAD),  Ángel Larreal (SEC). Al Consejo Universitario y Decanos (1992-1996), A todos los equipos de trabajo y Comunidad Universitaria en general y con particular reconocimiento a cada uno de los egresados que tuve el honor de entregarles su título. El mismo reconocimiento para la Comunidad Universitaria UNICA y egresados (1998-2017)

La Universidad, como todo, “está en la historia y camina con la historia”. Todo es histórico (no únicamente) lo que significa que todo y todos tenemos una temporalidad hecha de continuidad y discontinuidad, es lo que significa semper reformanda. La necesidad permanente de cambiar, de allí el error del “conservadurismo” que pretende que nada cambie y la pretensión absurda “que todo tiempo pasado fue mejor”, igual error “el progresismo” a ultranza, que niega el pasado y dogmatiza lo actual, lo nuevo, que confunde con novedad y moda. En un “presentismo” hedonista e irresponsable que pretende ignorar el pasado y a no importarle el futuro (un carpe-diem de analfabetos nihilistas). Pero también existe el “escapismo o huida al futuro” inexistente, pero soñado. Son los utopistas y su caricatura política: la revolución. 

Hecha la introducción vamos a la universidad histórica. Mil años de historia europea y desde el siglo XVI se hace global. La Universidad Americana es de origen hispano y posteriormente de origen inglés, francés-alemán. En Hispanoamérica el modelo es la Universidad de Salamanca. En Venezuela la Universidad hispano criolla tiene tres siglos. El modelo hispano empieza a ser reformado como modelo moderno republicano en 1843, con Andrés Bello y la creación de la Universidad de Chile, de la cual fue rector fundador, es muy importante su discurso inaugural. La otra fecha icono es 1918 con el llamado Movimiento Universitario de Córdoba, expresión de los cambios sociales y culturales de la época y aparición de nuevos sectores sociales emergentes y nuevos actores políticos (estudiantes, obreros, sindicatos y partidos), las llamadas masas. El Programa de Córdoba se resumía: 1-Antimperialismo y Segunda Independencia. 2-Antidictadura y reformas sociales y políticas profundas, diferenciándose entre “demócratas y revolucionarios” que cubre y define la política hasta nuestros días y 3-La reforma universitaria propiamente. Esta reforma sufre la triple influencia anglo-sajona y francesa, más a nivel de la discusión teórica académica que real. Los modelos son: 1-el modelo-francés, 2-el modelo inglés y alemán, 3-el modelo norteamericano; y el gran aporte “original” fue la AUTONOMIA sustentada en el auto-gobierno y co-gobierno, proporcionalmente constituido en un claustro electoral integrado por profesores (mayoría) estudiantes (nunca mayor del 25%) y egresados (un 5% aproximadamente). Este equilibrio, democrático y de sentido común se desquicia y anarquiza a partir de 1969/70, con la llamada renovación universitaria y en los años 80 y 90 con el asalto irresponsable, con muchas debilidades y complicidades políticas, de partidos y grupos políticos; autoridades y profesores; gremios y sindicatos y para-universitarios para hacerse con el gobierno y control. La universidad hoy luce deplorable y en minusvalía académica, dentro de un contexto de destrucción y anomia y anarquía nacional. Pero ninguna sociedad se suicida, recuperaremos en su momento democracia, libertad y futuro y como es lógico pensarlo, la UNIVERSIDAD va a estar allí. “Estar allí” implica una profunda auto-crítica no-flagelante, racional y no “sentimental y lacrimosa” de todos los sectores internos. Una “lectura” adecuada de la realidad nacional e internacional, sin “iluminados y salvadores” y una reforma progresiva, siempre centrada en lo académico.