Desde que estamos en un proceso inflacionario, podemos observar como el consumo ha venido disminuyendo en estrecha relación con el aumento del costo de vida.
Es el resultado de encontrarnos con 4 años en hiperinflación. La cual, ha erosionado la capacidad adquisitiva de las familias; lo podemos observar al comparar el valor de los alimentos que componen la canasta alimentaría en abril 2016 con este abril del 2020.
Así como los que hoy se pueden adquirir con los ingresos familiares mensuales promedio actuales y los que se podían adquirir en abril 2016. Es evidente la reducción del consumo año a año en estos cuatro años, así como el aumento constante mes a mes de su valor de los que integran la canasta básica alimentaría familiar en estos últimos 48 meses.
Se puede observar en la cantidad de alimentos que se podían adquirir en mes a mes desde de abril 2016 al actual del 2020, sobre todo en los esenciales como lo son: la carne, pollo, pescado, queso, huevos y leche. La disminución es evidente, los gremios de productores y estudiosos de las fluctuaciones del consumo, calculan su caída entre un 25% y 60% así oscila entre las clases sociales que van desde las de menores ingresos familiares mensuales, como lo son la D y C con una caída del consumo entre el 35% y el 60% que componen el 80% de la población, la clase B esta conformada por el 15% de las familias con una caída del consumo entre el 25% y 35%. La clase A es la única que ha logrado sostener su nivel de consumo, la misma es alrededor de un 5% del total de las familias Venezolanas.
En abril 2016 se necesitaban más de 20 salarios mínimos para adquirir la canasta básica de alimentos para una familia de 5 personas. Este mes de abril 2020 se necesitan más de 100 salarios mínimos. Lo cual nos indica que alrededor de unas 5 veces ha disminuido el poder adquisitivo familiar, con el nuevo aumento salarial a partir de este primero de mayo y con los nuevos precios regulados de algunos de estos alimentos, se necesitarían más de 50 salarios mínimos para adquirir la canasta familiar de alimentos
Esto nos demuestra los inconvenientes efectos de la inflación en la caída del consumo de las familias. Esto se refleja en la preocupante disminución de los kilos de carne, pollo, queso y pescado consumido por persona. También en los litros de leche y números de huevos. Las cifras reflejan los efectos hiperinflacionarios en el consumo por habitante, ubicándonos dentro de los 30 países del mundo con menor capacidad de compra para adquirir estos alimentos esenciales.
Ahora, la gran incógnita es cómo se incentivaría el consumo. La realidad es que a tan fuerte caída en rublo de alimentos es posible que la primera recuperación se vea ahí, en los productos de primera necesidad. Siempre y cuando haya inyección de dinero en las manos de la gente; eso hará mejorar todo, incluso aquello que es aspiracional. Solo falta voluntad de cambio en las políticas económicas. Y el efecto surgirá para beneplácito de toda una población que espera resultados que la beneficien.
Vicente Brito
Presidente
Red por la defensa al Trabajo,
la Propiedad y la Constitución.
Nota de prensa