De mítines multitudinarios a la soledad de sus casas: la pandemia del coronavirus ha trastocado las campañas de Joe Biden y Bernie Sanders, forzando a los candidatos a la investidura demócrata a reinventarse en una inédita carrera por la Casa Blanca.
Frente a sus bibliotecas flanqueadas por la bandera estadounidense, en habitaciones de sus casas, el gran favorito Joe Biden, de 77 años, y su rival Bernie Sanders, de 78, respondieron esta semana preguntas sobre la covid-19 en encuentros virtuales retransmitidos en directo por internet.
Entre discursos solemnes y “happy hours” informales, los dos candidatos casi octogenarios exploran todas las opciones ofrecidas por internet para intentar mantener su imagen entre los electores.
“Estamos haciendo una campaña virtual”, dijo Sanders el jueves a la emisora NPR.
Pero “en este momento, Biden y Sanders no tienen ninguna forma para hacerse realmente escuchar”, apunta Larry Sabato, politólogo de la universidad de Virginia. “La pandemia es la única historia que cuenta, junto con el deterioro de la economía”, dijo a la AFP.
– Desde el sótano –
Todo cambió de repente. El 10 de marzo Sanders y Biden anularon sus mitines electorales previstos para esa noche en Ohio, aconsejados por las autoridades locales para evitar la propagación del coronavirus, que entonces había contagiado a menos de 600 personas en Estados Unidos, con una veintena de muertes.
Desde entonces, los candidatos no se presentan ante multitudes, los periodistas que seguían sus pasos están en sus hogares y varias primarias han sido postergadas, mientras el país registra la cifra más alta de infectados en el mundo, con cerca 125.000 casos confirmados.
Sanders, que desde antes ya tenía mayor presencia en internet, ocupó más rápidamente el espacio en línea, gracias también a su entorno activo en redes sociales, como la joven congresista Alexandria Ocasio-Cortez.
Mientras que Biden, quien luego de una serie de victorias aplastantes se instalaba firmemente como el favorito, desapareció algunos días de la primera línea de la campaña.
Surgió en redes la etiqueta #DóndeestáJoe y con ella los rumores más disparatados corrieron en Twitter, algunos apuntando a que el exvicepresidente de Barack Obama estaba enfermo.
Su directora de comunicación Kate Bedingfield salió al paso en Twitter, explicando que el equipo de Biden estaba “construyendo un estudio de televisión en el sótano” del candidato, en Wilmington, estado de Delaware.
“No tiene coronavirus, pero ahora tiene una cámara, “¡abróchense los cinturones!”, dijo.
Durante una videoconferencia de prensa, el miércoles Biden admitió que al principio tuvo miedo de no poder hacerse escuchar.
“Pero descubro que (…) las nuevas tecnologías son muy eficaces”, dijo, haciendo notar que si las grandes cadenas de televisión no habían retransmitido la presentación de su plan para luchar contra la pandemia, “3,8 millones de personas” lo habían seguido en línea.
– “Me como las uñas” –
Biden, que fue senador por más de 35 años, también admitió su frustración de no poder actuar de una manera más directa contra la crisis del coronavirus.
“Como todos los que se preocupan sobre esto, me estoy comiendo las uñas”, declaró el miércoles.
El senador Sanders, por su lado, ha estado en el Congreso, donde participó en los últimos días de las negociaciones sobre un plan de rescate económico por 2 billones de dólares que se convirtió en ley el viernes. Su apasionado discurso antes de votar se propagó por las redes sociales.
Desde hace días, Sanders, un autoproclamado “socialista democrático”, centra sus mensajes en la crisis del coronavirus y evita hablar de su campaña presidencial.
Ciertamente, el 18 de marzo, luego de unas bochornosas derrotas, su campaña anunció que el senador regresaba a su feudo de Burlington, en Vermont, para “evaluar” sus posibilidades de ser quien enfrente a Donald Trump en la elección presidencial del 3 de noviembre.
“Sanders no será el candidato” demócrata, zanja Larry Sabato. “Está detrás, muy lejos; Biden es favorito en la mayoría de estados que todavía deben votar” y debería obtener la investidura salvo que haya un “problema de salud o un escándalo”.
Durante este tiempo, el republicano Donald Trump, en búsqueda de un segundo mandato, también está privado de las muchedumbres que tanto disfruta.
Pero su rol de presidente le ofrece una tribuna privilegiada que aprovecha en largas conferencias de prensa diarias sobre el coronavirus.
Y su popularidad crece, por lo que algunos asoman que la crisis podría ayudar a su reelección.
Para Larry Sabato, sin embargo “nada se puede predecir”.
“Lo que está pasando no tiene precedentes”, subraya el experto. “Lo que cuenta es la evolución de la economía y de la pandemia”. Pero en este momento ambas son inciertas.
AFP