Sin mascarillas ni gel hidroalcohólico y con equipos caducados. Así es como luchan contra el coronavirus médicos y enfermeras franceses, quienes se sienten desamparados, estresados y enfadados. La AFP ha recabado testimonios en toda Francia, donde la epidemia se propaga rápidamente.
Anne es una médica de familia de los suburbios de Grenoble (este). Nunca ha recibido las mascarillas FFP2, la única protección comprobada contra el coronavirus, y usa una pequeña reserva caducada desde 2006.
Cada día, Kaouther ben Amor, una enfermera que trabaja como autónoma en Marsella (sureste), visita a unos 30 pacientes a domicilio con su colega. Una cita vital para los enfermos a veces moribundos. “Tenemos cero equipamiento. Tuve que pedir mascarillas en la farmacia con mi tarjeta profesional. Me dieron diez, que hemos compartido. Y son mascarillas quirúrgicas, no son FFP2. Nunca, nunca he vivido una situación como esta”.
En la ciudad o en el hospital, el personal sanitario protesta por la falta de protección para ellos y sus pacientes, pese a que el coronavirus ha causado 130 muertos y hay 5.423 casos confirmados en Francia.
“No tengo mascarilla, ni gel, nada. Y, sobre todo, no tengo información. ¡Me he enterado por los medios de comunicación que no se debe recetar ibuprofeno, con eso le digo todo!”, protesta Jean-Paul Termine, médico de familia en Vitrolles (sur). Muchos de sus colegas se han tomado vacaciones, dice. Él se las apañó solo para organizar la consulta, “con una sala de espera separada para pacientes con síntomas de síndrome gripal”.
“Pero en mi opinión, son inconscientes de ir a la consulta en estas condiciones”, afirma Termine, quien, al igual que sus colegas, “se siente completamente abandonado por las autoridades de tutela”.
“Además del trabajo, nos pasamos el tiempo recorriendo las farmacias para intentar encontrar mascarillas, soluciones hidroalcohólicas, guantes”, explica Kaouther, en Marsella. “Es muy estresante trabajar así. Pedimos auxilio porque nos faltan medios”.
Pierre-Jean Ternamian, radiólogo en Lyon (centro este), tuvo que “amenazar con cerrar los centros médicos de guardia para obtener mascarillas para médicos de cabecera”.
– Como la infantería –
En los centros hospitalarios, el personal tampoco se siente protegido.
Una enfermera del hospital Edouard-Herriot de Lyon, que pidió conservar el anonimato, lamenta “la falta de detección” entre el personal sanitario, que es el más expuesto. “Trabajo para el hospital público, así que siempre vendré”, pero “tenemos la sensación de ir al frente, como si fuéramos de la infantería, y la infantería, siempre importa un poco menos…”.
Amarylis, de 39 años, una enfermera del servicio de urgencias del centro hospitalario de Valence (sur), está preocupada por su familia: una de sus pacientes de 90 años acaba de dar positivo. En su departamento, “un colega ya ha sido detectado, otros pueden ser portadores sanos. Es muy estresante”. ¿Cómo proteger a los hijos? Le gustaría tener mascarillas para ellos, en casa.
“Lo vivimos constantemente, 12 horas seguidas, es difícil pensar en otra cosa, es inevitable que genere ansiedad”, insiste Eva, enfermera del servicio de urgencias en Puy-en-Velay (centro) y madre de dos niñas. “Y eso que estamos acostumbrados a tratar con virus pero esto no tiene precedentes (…) Mi marido, mis familiares están preocupados. Intentamos limitar el contacto”.
Según Martin Hirsch, jefe de los Hospitales de París (AP-HP), “cien miembros del personal sanitario han contraído el virus, pero no en los hospitales sino en su vida social”.
A su entender los franceses se lo han tomado a la ligera: “Si quieres ayudar a los hospitales, hay que restringir la vida social. Esto es fundamental”, declaró a la cadena de televisión France 2.
Un día después de las elecciones municipales y de las salidas familiares de todo el fin de semana en París o en las playas, Bianca Fazi, médico de urgencias del hospital de Ajaccio (sur) y miembro del consejo ejecutivo de Córcega encargado de la salud está “enfadada”.
“¡Sigamos así! [pensando] no tendré el virus, ¡es lamentable!” exclama, y reconoce que “habrá que resistir en el tiempo, la epidemia promete ser larga”. AFP