Con pequeños y ruidosos sorbos, un grupo de coreanos realiza una cata del lujoso café panameño geisha, considerado el más caro del mundo, y por el que se ha pagado más de 1.000 dólares por libra.
En un ritual cuasi religioso, los catadores anotan en una hoja o en una aplicación digital las características de las diferentes muestras provenientes de la finca Elida Estate, en la localidad de Boquete, a 320 kilómetros al oeste de Ciudad de Panamá.
En un lote de ese terreno, ubicado a 1.800 metros de altitud, se cultivó una modalidad de café geisha cuya libra (454 gramos) fue vendida a una casa japonesa en 2019 por 1.029 dólares, durante la subasta virtual que cada año realizan productores de países cafeteros.
Según los organizadores, nunca antes se había pagado tal cantidad de dinero, aunque en 2018 un café geisha de esa misma finca se había subastado por 803 dólares la libra.
El geisha “es una variedad sumamente exótica que sobresale de lejos sobre la variedad que le sigue a nivel mundial”, dice a la AFP Wilford Lamastus, propietario, junto a su familia, de Elida Estate.
El café de esta parcela, con 98 puntos sobre 100, fue catalogado por la publicación especializada Coffee Review como el mejor del mundo en 2019, por delante de cosechas de Kenia, Colombia y Costa Rica. Otro geisha panameño aparece entre los 10 primeros de 30 marcas.
“Costa Rica tiene geisha, todo Centroamérica tiene geisha, Colombia, Brasil y hasta Hawái tiene una variedad de geisha, pero no han podido conseguir una taza que sobrepase la de Panamá, por ahora”, añade Lamastus.
Mercado de lujo
El estadounidense Justin Boudeman ha construido en su casa de Boquete un laboratorio para mejorar su producción de geisha orgánico. Su marca Longboard Coffee alcanzó en una subasta los 318 dólares por libra.
“Nosotros nunca vamos a competir a nivel de commodity (materia prima). Nosotros somos una especialidad y un artículo de lujo, y ese es nuestro nicho de mercado, y ese mercado lo tenemos en Asia, aunque se está abriendo en todo el mundo”, afirma.
En los últimos años la exportación de café panameño representó unos 212 millones de dólares, el 0,4% del Producto Interno Bruto del país.
Aunque Panamá está muy lejos de los 40 millones de sacos exportados por Brasil, o de los 14,8 millones de sacos cosechados en Colombia, ha logrado colarse en los lujosos mercados de Japón, China, Taiwán, Corea del Sur y Estados Unidos.
“El mundo del café está evolucionando. Hace 50 años era visto como una mercancía. La gente compraba sin mayor atención a las características y sabores, pero en los últimos 20 a 25 años hay una nueva forma de mirar el café y ahora se ha convertido en un artículo de lujo”, sostiene Boudeman.
Según Lamastus, por entre 18 y 20 gramos de su café ganador se pagan de 120 a 140 dólares en Japón, y 100 dólares en China y Estados Unidos.
¿Más caro en 2020?
El café panameño se cultiva en las tierras altas de la provincia de Chiriquí, fronteriza con Costa Rica. Allí, decenas de cafetales son cosechados, en su mayoría, por indígenas Ngäbe Buglé, que ven aliviada su situación de pobreza durante la recolección.
Según los productores, el secreto se debe a que el grano se cosecha en zonas montañosas superiores a 1.600 metros, en las faldas del volcán Barú, en un microclima frío y lluvioso entre los dos océanos cercanos.
Las bajas temperaturas durante la cosecha, entre diciembre y abril, la persistente lluvia y la neblina hacen que el grano de café geisha, originario de Etiopía, madure más lentamente, lo que hace resaltar su dulzura y sabor.
“El geisha tiene un sabor muy fuerte, eso es lo que le gusta a la gente de afuera”, indica Cirilo Montezuma, indígena catador Ngäbe Buglé.
Su sabor se caracteriza por delicados aromas florales de cítricos, jazmín, orquídea, y sabores frutales de melocotón, pera, durazno, naranja y chocolate, entre otros.
Tras oler el grano molido, olfatearlo con agua y probarlo en sorbos cortos y secos, el coreano Mike Seong, director de Jemi Coffee, toma nota del aroma, fragancia y sabor. Durante 10 años ha sido importador en este rubro y ha viajado por una decena de países analizándolo.
“El café de Panamá tiene un aroma bello, profundo y elegante”, describe.
“Estar entre el Océano Pacífico y Atlántico genera una condición y un clima muy especial” a favor del geisha panameño, señala la empresaria coreana Jungmin Lee tras la cata.
Lamastus prevé que este año el café alcanzará en la subasta el mismo precio que el anterior, “o quizás más alto”, estima. AFP