Algunas con más de 200 años de historia y fachadas que hacían remontar la imaginación a una época ejemplar, las casas nombradas Patrimonio Cultural en Caracas han pasado a formar parte de una lista que confirma el abandono de la ciudad y el uso de sus espacios históricos para propaganda gubernamental.
La Patilla
La Quinta Castillete en la avenida Páez de El Paraíso es una de ellas. Luego de haber sido escenario de un largometraje venezolano, ahora funciona como sede de un colectivo chavista, una fundación y una federación de trabajadores públicos. Aún así, las promesas de recuperar su estructura a manos de Barrio Nuevo Tricolor han quedado en el aire pese al notorio deterioro en que se encuentra la vivienda.
A la Casa Monagas en Las Acacias, a diferencia de la anterior, sí se le han aplicado modificaciones. Su nueva imagen le ha hecho perder el título de Patrimonio aunque no su antiguo nombre. Allí opera, desde hace un par de años, Fundanna, ente adscrito a la Lopnna y al gobierno de Distrito Capital para la atención de niños y adolescentes.
El historiador Carlos Balladares, profesor de la Universidad Central de Venezuela hace referencia a estructuras en la urbanización San Bernardino, que de acuerdo a denuncias de vecinos, están siendo utilizadas por el chavismo para reuniones políticas o inclusive como viviendas de funcionarios.
“Han dicho que se han hecho restauraciones muy peligrosas. Dicen que las han tomado como sede del Psuv para actos. Eso es una propiedad pública y no puede ser usado para proselitismo político-partidista. Esto está en la Constitución”, agrega.
Ocurre así con la Quinta Anauco Arriba y la casa número 47 de San Bernardino, cercana a la subida hacia el cerro El Ávila. En un recorrido por la zona, se constató la presencia de funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) en la segunda vivienda mencionada mientras que en la Quinta Anauco Arriba se observó la entrada de civiles sin identificación ni explicación alguna sobre su presencia en el lugar.
El cuartel Cipriano Castro, ubicado en la parroquia 23 de enero, conocido recientemente como el Cuartel 4F o Cuartel de la Montaña, donde reposan los restos de Hugo Chávez y también opera un CDI y un Pdval, es el máximo ejemplo de la toma de estos espacios históricos y culturales.
Si bien se realiza un recorrido por sus instalaciones para todo público, existen prohibiciones como la grabación del mismo, que incluye el paso por salones con la historia del expresidente. Para el historiador Luis Manuel Marcano, se trata de una política de Estado que se niega a resaltar los valores individuales de estas construcciones.
“Evidencia que este gobierno intenta dejar atrás un pasado, intenta cambiar el curso histórico de la República (…) de alguna manera, ellos intentan limpiar estas muestras de lo que ellos consideran algo negativo. Los valores de estas quintas o edificaciones, ya no hay espacio para eso, porque es un valor individualista y los valores del gobierno son de carácter colectivista (…) en algunos casos, con la excusa de mejorar, lo que se hacen es murales con connotaciones ideológicas claras”, apunta.