El 25 de mayo de 2002, Kristin Smart fue declarada muerta. Oficialmente dejarían de buscarla creyendo que estaba con vida. Sus familiares la lloraban desde hacía tiempo. Exactamente desde esa misma fecha en 1996, seis años antes, cuando desapareció luego de asistir a una fiesta cerca de su pensión universitaria en San Luis Obispo, California. Desde entonces no solo el estado sino todo los Estados Unidos se involucraron en una búsqueda que no arrojó resultados.
Por: Infobae
Ahora, 23 años después, una extraña luz ¿de esperanza? apareció en el largo túnel que atraviesa su familia desde entonces. Es que el FBI -la agencia federal que se dedicó a buscarla desde entonces- llamó a su madre, Denise Smart, para anunciarle que “estuviera preparada”. La noticia conmovió a la mujer, quien no entendía por qué no podían adelantarle más información. La voz del otro lado del teléfono continuó: “Esto realmente será algo que no espera. Queremos brindarle el soporte que necesita”.
Extraño, durante años, tanto ella como el resto de los familiares respetaron un riguroso luto aun sin contar con el cuerpo de Kristin. ¿Sería que ahora, finalmente, habían encontrado sus restos? ¿O habría algo más? A medida que la comunicación entre el FBI y Smart continuaba, más eran los interrogantes que emergían. Más las dudas. Le recomendaron que buscara un portavoz para la familia y que quizá sería conveniente que “se alejaran por un tiempo”. ¿Qué clase de descubrimiento habían hecho?
La ansiedad de Smart crece frenéticamente al no tener indicios de qué pudo haber sucedido ni cuáles serán esas novedades que tanto esperó durante más de dos décadas. “Es como ‘¿puedes darme el plan de vuelo?’ ¿Cuándo pasará todo esto? Probablemente se conocerá todo inminentemente, diría dentro de un mes. Algo va a suceder”, dijo la madre.
Kristin tenía 19 años cuando desapareció aquel caluroso mayo de 1996. Era estudiante de la Universidad Politécnica del Estado de California, y fue vista por última vez aquella madrugada mientras regresaba a su habitación universitaria -Santa Lucia Hall- después de una fiesta cerca del campus. Había sido acompañada por otros dos alumnos que testificaron que la dejaron en el edificio y retornaron a sus casas. Sin embargo, uno de ellos pudo haber permanecido un tiempo a solas con ella.
Al día siguiente fue una vecina del dormitorio quien advirtió que la joven no estaba y avisó a las autoridades. “Kristin no había vuelto a dormir”, se extrañó. Otros estudiantes, sin embargo, le indicaron a la Policía que en verdad había ido a un campamento y que por eso estaba ausente. Pasaron tres días y no hubo novedades de ella. ¿Tanto tiempo sin noticias de ella? Esas horas sin que nadie la buscara fueron vitales para que los investigadores no pudieran determinar qué pudo haber ocurrido.
Los agentes locales interrogaron de inmediato al estudiante -Paul Flores- que contó que había dejado a la joven cerca de su dormitorio. Registraron su casa pero no hallaron nada que lo comprometiera. No fue arrestado ni acusado por el caso. Aparentemente, tenía suficientes testigos como para defenderse de cualquier imputación. Para algunos investigadores, sin embargo, tiene mucho que ver con la desaparición de la joven.
El periodista Chris Lambert es, quizá, quien más conoce del caso. Estuvo involucrado personalmente desde que Kristin desapareció, y conoce la zona como ningún otro. Cada esquina de su pueblo y de San Luis Obispo le recuerdan a la estudiante. Para él, Flores tiene que ver con el secuestro y con la muerte de la víctima. “Creo que Paul Flores es responsable de su muerte, y creo que él sabe dónde se encuentra actualmente. No tengo dudas al respecto”, dijo Lambert.
“Hay pruebas circunstanciales tan abrumadoras en este caso. No creo que se hayan centrado en el sospechoso equivocado, y no creo que tuvieran una visión de túnel. Creo que había muchas, muchas cosas que apuntaban a esta persona”, señaló el reportero en cuyas entrevistas con familiares y conocidos de Kristin también dejó entrever que Flores podría tener que ver con la desaparición.
Flores era un chico común. Fue alumno de Arroyo Grande High School, de cuyo equipo de fútbol era un entusiasta miembro. Entonces llevaba la camiseta 52 del team. Hacia 1994 ya se sentía más adulto y logró comprar una camioneta Ford Ranger casi nueva. Se mostraba orgulloso de su adquisición y posaba con ella cada vez que podía. Incluso, en sus últimos años de secundaria consiguió un trabajo en Garlands, un lugar de venta de hamburguesas en Grover Beach. La vida normal de cualquier joven de California.
Pero todo cambió de la noche a la mañana. El 27 de mayo de 1996, dos días después de, supuestamente, haber acompañado a Kristin a su dormitorio, la Policía del condado lo detuvo para interrogarlo. Debió posar para una fotografía formal con un cartel en el que se leía su nombre escrito a mano y la fecha. Horas más tarde saldría sin ser acusado formalmente. Respiró.
Ahora, 23 años después, el caso parece volver a moverse. La intriga es total. Denise Smart manifestó que nunca había albergado más esperanza desde aquel mayo. Incluso más que en 2016, cuando el FBI y la policía de San Luis Obispo excavaron una ladera de Cal Poly siguiendo una pista que finalmente resultó infructuosa. “Cuando hicieron la gran excavación, no tenía ansiedad”, confió la mujer al diario Stockton Record. “Dije ‘No está allí’”. Pero ahora cree que el final puede estar más cerca que nunca. Y la ansiedad crece desmedidamente.