Brasil y Trump, los mayores desafíos del nuevo canciller argentino

Brasil y Trump, los mayores desafíos del nuevo canciller argentino

Imagen de archivo del entonces legislador Felipe Solá (a la izquierda) conversando con Graciela Camano durante un debate en el Congreso de Argentina en Buenos Aires, Argentina. 8 de diciembre, 2017. REUTERS/Agustin Marcarian

 

El futuro canciller argentino, Felipe Solá, tendrá un trabajo complejo una vez que asuma su cargo la semana próxima: hallar un delicado equilibrio en medio de la convulsionada América Latina, tender puentes con el presidente estadounidense Donald Trump y reducir las tensiones diplomáticas con Brasil.

Con una larga carrera política que incluyó el gobierno de la principal provincia de Argentina, el peronista de centro llegará a la cancillería gracias a su capacidad de diálogo con las diversas facciones del partido más importante del país.





Aunque se espera que el viernes sea designado oficialmente por el presidente electo, el centroizquierdista Alberto Fernández, portavoces de su partido dieron por hecho a Reuters su nombramiento.

“De Trump en adelante hay un proteccionismo mucho más legitimado. En un mundo proteccionista, Argentina pierde, porque tiene commodities para vender. Ahora vamos a un mundo con menos crecimiento y más proteccionista: es claramente un mundo mucho más complejo”, señaló el analista político Sergio Berensztein.

El pragmático Solá, un ingeniero agrónomo de 69 años, ocupó cargos en la administración pública bajo gestiones peronistas desde fines de la década de 1980, muchos de ellos ligados al sector agropecuario, uno de los motores de la economía argentina.

Como la actual alineación de Fernández con otros líderes regionales de centroizquierda puede ser una traba para los vínculos con Brasil y Estados Unidos, Solá deberá emplear su talento para los consensos en el ámbito internacional: reparar los lazos rotos con Jair Bolsonaro, el presidente ultraderechista de Brasil, será una prioridad.

El año pasado, el intercambio entre Argentina y su principal socio comercial fue de 26.987 millones de dólares, una cifra que no puede menospreciarse pese a que Bolsonaro llamó recientemente “bandidos de izquierda” al argentino y sus partidarios, y Fernández trató de “racista” y “misógino” al brasileño.

“Sólo tiempo y pragmatismo evitarán daños mayores. Pero a mediano plazo, la relación bilateral seguirá siendo asimétrica y presentará rendimientos decrecientes, por lo que a Argentina le conviene diversificar sus socios”, señaló a Reuters el politólogo Andrés Malamud.

La relación con Estados Unidos también será clave, ya que de ella puede depender el futuro del acuerdo que Argentina firmó con el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2018 para obtener una línea de crédito por 57.000 millones de dólares, que difícilmente pueda pagar sin renegociar por la crisis que sufre el país.

“Vamos a buscar la mejor relación posible con los Estados Unidos (…) No vamos a ideologizar ninguna relación externa”, señaló Solá en una reciente entrevista con radio La Red.

Por otro lado, la crítica situación social de Venezuela, la salida forzada del mandatario Evo Morales en Bolivia y las revueltas en otros países de la región como Chile obligarán a Solá a hacer malabares para evitar que la posición política de Argentina no le genere enemistades.

Mientras la capacidad de diálogo de Solá seguramente sea su mayor virtud como canciller, su efervescencia y su frontalidad al hablar pueden jugarle alguna mala pasada.

Solá es autor de una serie de exabruptos, como el que le dirigió el año pasado al secretario de Energía, a quien dijo que “tomaría 20 metros de carrera y le metería una patada en el culo” por haber autorizado una fuerte alza en las tarifas que pagan los usuarios. Reuters