Los incendios en Australia parecían remitir el miércoles y las autoridades respiraban aliviadas, pero el largo verano que queda por delante hace temer nuestras catástrofes.
Unos 140 focos de incendio seguían activos el miércoles en la costa este de Australia. Una mejora en las condiciones meteorológicas, que el martes eran aún “catastróficas”, supuso un cierto alivio y redujo el peligro que representaban varios fuegos.
El Estado de Queensland (noreste), donde 70 fuegos estaban aún activos, seguía en estado de alerta.
El miércoles, un helicóptero que trabajaba extinguiendo el fuego se estrelló en esta zona. El piloto resultó herido leve.
Los habitantes de Noosa, una estación balnearia de la costa norte, se vieron obligados a abandonar sus casas debido a los incendios cercanos. Pero en las zonas mas afectadas del Estado de Nueva Gales del Sur (sureste), vientos más frescos del sur reducían la intensidad del fuego.
El martes, los incendios se vieron avivados durante todo el día por ráfagas de viento y temperaturas elevadas. En total, 50 casas terminaron destruidas o parcialmente dañadas y unas 20 personas resultaron heridas.
Los habitantes de pequeñas ciudades como Glenreagh y Nana Glen, situadas cerca del litoral, entre Brisbane y Sidney, pudieron volver a sus casas cuando el fuego pudo ser detenido casi a las puertas de sus hogares.
Algo más lejos, en el interior, otras familias tuvieron menos suerte y vieron cómo sus casas y sus vehículos se transformaban en cenizas.
Lejos de terminar
Michael Wassing, responsable de los bomberos de Queensland, afirmó que un nuevo cambio en la dirección o en la intensidad del viento, el miércoles por la tarde, podría recrudecer los incendios en zonas de dificil acceso.
“Las previsiones a largo plazo nos hacen pensar que esto está lejos de terminar”, dijo.
De cara al fin de semana se espera un nuevo deterioro de las condiciones meteorológicas, con temperaturas más elevadas y vientos fuertes, sobre todo en los Estados de Queensland y Nueva Gales del Sur.
“Y los focos no estarán bajo control en ese momento”, dijo Shane Fitzsimmons, responsable de los bomberos de Nueva Gales del Sur. Según él, la situación sólo estará bajo control dentro “varias semanas”.
“Lo que necesitamos es que llueva. Que llueva mucho. Y las previsiones meteorológicas no indican que las condiciones actuales vayan a cambiar”, dijo el responsable.
Unos 300 fuegos avivados por vientos fuertes, temperaturas elevadas y una vegetación seca se registraban el martes en el país, algunos de ellos a pocos kilómetros de Sidney. En total, ocupaban más de 1.000 kilómetros.
“Las pérdidas, los daños y las consecuencias podrían haber sido inmensas”, dijo Fitzsimmons.
Desde el vierners, los incendios en la costa este de Australia dejaron tres muertos, destruyeron 150 casas y obligaron a huir de sus hogares a miles de personas.
La polícia de Nueva Gales del Sur está aún investigando si algunos de estos incendios pueden ser provocados.
Cada año la inmensa isla continente sufre importantes incendios durante la primavera y el verano australianos pero en esta ocasión, la temporada de incendios se ha producido temprano y está siendo particularmente violenta. AFP