El Estado venezolano sigue sin acatar medidas cautelares dictadas en febrero de 2018 por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para proteger a los pacientes del servicio de Nefrología del hospital JM de Los Ríos. A la fecha, persiste la falta de medicamentos e insumos y la lista de fallecidos no se detiene. Solo este año han muerto 10 niños en ese servicio.
Por Mabel Sarmiento / Crónica Uno
El más reciente deceso ocurrió la tarde del lunes 7 de octubre. Abraham Estrada, de 13 años, que padecía lupus y síndrome nefrótico y recibía diálisis los lunes, miércoles y viernes, presentó complicaciones y falleció en una cama de la Emergencia.
Estaba en la lista de espera para un trasplante, intervenciones que no se hacen el país desde hace dos años y cuatro meses, cuando el Estado suspendió el Programa de Procura de Órganos.
Este programa estaba en manos de la Organización Nacional de Trasplantes de Venezuela (ONTV), que empezó a coordinarse a mediados de los 90 y se formalizó a partir del 2000, para promover la donación y el trasplante, y que funcionaba con la venia del Ministerio de Salud.
En manos de la ONTV se llegaron a recibir 134 órganos (año 2012) por cada millón de habitantes. En 1997, la cifra era de 27.
El Gobierno le quita las competencias en 2014. A raíz de eso, el rendimiento bajó a 54 órganos para trasplantes por cada millón de habitantes.
Este año se paró, además, el convenio que se estableció entre Pdvsa y dos hospitales europeos para realizar trasplantes de órganos en pacientes no compatibles, programa que beneficiaba a los niños del servicio de Nefrología. El gobierno de Nicolás Maduro achacó la paralización a las sanciones impuestas por Estados Unidos.
Ahora, las personas que necesitan diálisis cada día tienen menos opciones, pues no hay los insumos ni los filtros. Necesitan dializarse tres veces a la semana, cuatro horas cada sesión, y están recibiendo hasta dos horas de tratamiento para darle oportunidad a otro. Eso significa que sus casos van a empeorar. Y los pacientes del hospital de niños J. M. de Los Ríos —donde de 16 máquinas, a veces funciona 6 para 24 niños con insuficiencia renal— sufren esas deficiencias.