Hoy, en un nuevo aniversario de la Batalla de Carabobo, madrugó el correspondiente acto militar encabezado por el usurpador Maduro Moros. No sabemos cuan complicada estará la agenda para el resto del día, pero lo cierto es que un evento tan marcial y de antiguas concurrencias populares, quedó reducido a un mitin radiotelevisado donde batió el fantasma de Chávez Frías.
Por supuesto, concurrencia hoy más que nunca negada ante el cinismo inaudito del dictador. Para el bicentenario de la Batalla, creyendo que lo aún lo tendrá al frente en 2021, promete al país potencia, próspero, estable, en tierra carabobeña que por estos tiempos ha padecido de hambre, delincuencia, cortes de electricidad, agresiones constantes del procónsul regional, entre muchas otras, añadidos los temblores, en forma masiva y sistemática.
Habló de invasiones, insultó al que pudo, leyó un par de citas de Bolívar, y por habilidosos que se dijeran los juegos de cámara, la transmisión oficial fue de desánimo, fastidio y resignación. Al estamento oficialista que le tocó madrugar, aguantó la.mecha de un evento que les concedió la comodidad de la privacidad y les evitó el riesgo de la protesta un situ.
A las ocho y veinte de la mañana, terminó la transmisión de un acto quizá previamente grabado. Se quedaron – reirá Lacava para celebrar el genio de Nicolás – con las ganas de pegar unos gritos, de recordar las epidemias, el asalto a la universidad o el desastre vial.
Transdraculizadas la política y la economía, luego de vampirizada la sociedad y la cultura, esta dictadura socialista jura rematar las jornadas en Oslo, bien lejos, diciendo engatusar a toda la oposición. Dictadura que tiembla cada vez que se escurren unas cifras y o unas siglas, como 187 o TIAR.