“Nuestro supuesto enemigo es Rusia. No tenemos otros enemigos”, dice sosegadamente un general ucraniano con traje de camuflaje y con un chaleco antibalas, mientras su helicóptero toma altura sobre el mar de Azov, epicentro de una escalada de la crisis entre Kiev y Moscú.
Sergui Nayev, de 48 años, comandante de las operaciones militares en el este separatista prorruso de Ucrania, supervisa los ejercicios de la defensa antiaérea en el pueblo de Urzuf, en el litoral de este pequeño mar.
Aquí, en un campo de hierba marchita, sus soldados se entrenan para repeler un intento de desembarco ruso. Esta exrepública soviética se dice amenazada por una “guerra total” por parte de Moscú, que el domingo capturó tres navíos militares ucranianos que se dirigían al mar de Azov.
“¿Habéis visto? ¡Le dimos!”, exclama Nayev cuando un misil tierra aire destruye una bengala, que hace las veces de un avión enemigo. “Evidentemente, no podemos usar verdaderos aviones como blanco, así que utilizamos estas bengalas”, aclara.
Kiev y Moscú iniciaron el domingo su pulso más tenso en años, cuando los guardacostas rusos apresaron frente a los costas de Crimea tres barcos militares ucranianos, que se dirigían desde el mar Negro hacia el mar de Azov, a través del estrecho de Kerch que los separa.
Se trata de la primera confrontación militar abierta entre Moscú y Kiev desde que Rusia se anexionara en 2014 la península ucraniana de Crimea y el inicio ese mismo año de un conflicto armado en el este de Ucrania entre fuerzas gubernamentales y separatistas prorrusos, que ya ha dejado más de 10.000 muertos.
Como respuesta a esta crisis, Kiev instauró la ley marcial durante un mes en sus regiones fronterizas y costeras, ante el temor de una “guerra total” por parte de Moscú, al que acusa de haber reforzado drásticamente su presencia militar en la frontera ucraniana.
Una respuesta preparada
Rusia concentró “más de 150 aviones y helicópteros” y “más de 250 tanques” cerca de las regiones de Donetsk y Lugansk, una parte de las cuales está controlada por los separatistas, asegura Nayev.
Estas maniobras aéreas en Urzuf, situada a unos cincuenta kilómetros al oeste de los territorios controlados por los separatistas, están planificadas de antemano y tienen lugar cada dos meses en un tenso contexto.
“Aquí, unos treinta aviones rusos podrían atacar”, explica el general. “He reforzado la defensa antiaérea […] y el enemigo no desembarcará aquí, no tiene sentido para él hacerlo porque responderemos”, indica.
Los separatistas “no tienen aviones, pero tienen tanques y sistemas de artillería. Todo ello viene de Rusia”, señala.
Ucrania y Occidente acusan a Rusia de apoyar militarmente a los separatistas, lo que Moscú desmiente a pesar de numerosas pruebas.
Dos cazas Su-25 y dos helicópteros Mi-24 participan en los ejercicios que Nayev observa a bordo de un tercer aparato, Mi-8, con la mirada fija en el mar de Azov y su costa, llena de fortificaciones, refugios y sistemas antiaéreos.
“Por mar, Rusia solo está a unos cincuenta kilómetros de aquí”, dice el general. “Los barcos rusos no vienen a esta parte del mar. Un día, vinieron dos navíos pero hice despegar dos aviones y se fueron”, añade lleno de orgullo.
En la cola de su helicóptero, un soldado vigila los alrededores, equipado con un pasamontañas y una ametralladora fija en la ventana sin cristal. Otro militar armado con un Kalashnikov está sentado junto a la puerta.
Nuestra “defensa antiaérea es tenaz. Es capaz de destruir tantos aviones rusos que aquí no podrán usar sus barcos”, concluye.
AFP