El vaginismo es una dificultad que sufren algunas mujeres y que les impide realizar el coito debido a una contracción involuntaria y refleja de los músculos del perineo. En la mayoría de los casos, padecen este problema en silencio. ¿El motivo? Según Heidi Beroud-Poyet y Laura Beltran, psicólogas clínicas, sexólogas y autoras de «Las mujeres y su sexo», a menudo las mujeres tienen una relación complicada con su sexo, «tienen miedo de su sexo, de mirarlo, de tocarlo… no hablan sobre ello y se quedan solas con su miedo. Se sienten diferentes del resto de mujeres, se sienten marginales y esto provoca un sentimiento de vergüenza que refuerza su soledad frente a su problema». Así lo reseña abc.es
Explican que cuando se atreven a hablarlo con un especialista, la primera vez, están ansiosas, lloran. «Es la primera etapa para encontrar una solución».
¿Qué problemas supone para la pareja?
A veces estas dificultades crean tensiones en la relacion porque la comunicación se altera y la pareja puede estar en peligro. En muchos casos, optan por dejar la sexualidad de lado. Pueden tener una sexualidad sin coito que puede ser satisfactoria, pero sufren por no sentirse “normales”, de no ser como los demás; en definitiva, de no poder elegir su sexualidad.
Cuando quieren tener hijos suelen tomar la decisión de consultar a un especialista, pero si han esperado demasiado tiempo es difícil cambiar sus hábitos sexuales.
¿Cómo se puede solucionar?
Las soluciones para tratar el vaginismo son a la vez físicas, psicológicas y sexológicas. En numerosos casos, basta con tratar el cuerpo, ir al fisioterapeuta y aprender a reconocer su sexo y relajar el perineo. Lo que puede ayudar a tener menos miedo. Pero, en otros, la situación se arraiga, la autoestima se tambalea y las mujeres se sienten inútiles, incapaces. Este sufrimiento psicológico se magnifica a veces con bloqueos subyacentes relacionados con la historia individual y conyugal.
En las consultas con el psicólogo-sexólogo se trata de abordar las causas del vaginismo: una educación demasiado rígida, un traumatismo, transmisiones negativas de la sexualidad… Todos estos motivos refuerzan los bloqueos, el miedo y hasta la fobia de la penetración.
Las mujeres con vaginismo también necesitan información y consejos respecto a su sexualidad. El psicólogo-sexólogo va a poder responder a sus preguntas, tranquilizarla y ayudar a liberarse de sus miedos. La pareja también necesita en muchos casos ayuda.
Si hay mujeres impenetrables, ¿también hay hombre impenetrantes?
Las mujeres llevan a menudo solas los síntomas del vaginismo, pero los síntomas sexuales implican dos personas. Sí, hay también hombres impenetrantes. Ellos también pueden tener miedo, perder la erección en el momento de la penetración o eyacular demasiado pronto. Son hombres que participan del vaginismo. Pueden tener miedo del sexo femenino o tener miedo de hacer daño.
¿Hay hombres que pueden provocar vaginismo en la mujer?
En algunos casos, un hombre muy opresivo, que no respeta el deseo sexual de su pareja, puede provocar que la mujer se cierre. Cerrar su vagina es la solución para decir NO a un hombre. Y, evidentemente, si el hombre es violento e irrespetuoso.
En otros casos, los problemas sexuales masculinos, aunque no provoquen el vaginismo, van hacer que el problema se instale a largo plazo. En algunas parejas los hombres se «esconden» tras los problemas de su pareja.
¿Por qué a veces el sexo duele?
El sexo duele por causas ginecológicas (micosis, infecciones…), que hay que tratar con un especialista.
El sexo duele por causas musculares (perineo hipertónico), que hay que tratar con un fisioterapeuta.
El sexo duele por causas psicológicas (miedo, inmadurez sexual…), que hay que tratar con un psicólogo / sexólogo.
El sexo duele por causas relacionales, que hay que tratar con mucha comunicación o con un terapeuta de pareja.
El dolor nunca es totalmente físico ni completamente psicológico. Casi siempre es una combinación de los dos.
¿Es verdad que los hombres tienen más necesidades sexuales que las mujeres?
No. Es falso. La sociedad los autoriza a expresar las necesidades sexuales y, por eso, saben reconocer estas necesidades mejor que las mujeres. Para las mujeres decir tengo ganas, me apetece, está mal visto.
Se dice que es porque los hombres tienen testosterona, una hormona que influencia el deseo sexual, pero las mujeres también tienen hormonas y la sexualidad no es solo una historia de hormonas. La educación, la historia personal, la relación de pareja, los mensajes que da la sociedad… también van a influenciar el deseo sexual. Cuando las mujeres consiguen interesarse de verdad, encuentran ellas también aquello que les puede convertir sexualmente.
Cuando el orgasmo no llega, ¿es más un problema físico o psicológico?
Cuando las mujeres no conocen su sexo, sus zonas erógenas, cómo funcionan…, es difícil llegar al placer. Por ejemplo, muchas ignoran el funcionamiento del clítoris o no lo utilizan. El cuerpo, las sensaciones físicas tienen su importancia.
Pero el orgasmo no solo viene de lo que pasa entre las piernas, viene también de lo que pasa entre las orejas (la mente). La dificultad de llegar al orgasmo se asocia con el temor de dejarse llevar. Las mujeres que están permanente controlando todo no se arriesgan a dejar las riendas.
¿Qué hace que disminuya la libido?
Las mujeres piensan que el deseo sexual es natural y que tiene que venir solo, pero la libido fluctúa. El deseo hay que cultivarlo, provocarlo, despertarlo, estimularlo. Las mujeres tienen que ser activas en la búsqueda de su deseo.
Para que la libido se despierte hacen falta una serie de ingredientes: energía, buen ambiente en la pareja, una buena dosis de imaginación, seducción, sensualidad, un contexto intimo… ¡Hay que tener ganas de tener ganas!
¿Cuáles son las causas por las que algunas mujeres llegan a renunciar al sexo?
El dolor, la falta de deseo, el miedo, el desinterés por el sexo, la pérdida de sentimientos en la pareja, no sentirse deseada, el cansancio, el aburrimiento, la depresión que mata todos los deseos, la enfermedad, las violencias sexuales, los cambios de vida como la llegada de los hijos que no deja tiempo para la pareja, un duelo, un trabajo demasiado estresante…