La fuga de personal golpea la operatividad de todas las empresas, pero las consecuencias son más severas en el sector salud, que puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. En las principales clínicas de Maracaibo, la merma del recurso humano que asiste a los pacientes ronda el 50%. La soledad en la mayoría de las áreas así lo confirma, publica Panorama.
El agite y el ruido típico de las salas de emergencia se esfumaron en un centro privado del norte de la ciudad. Juana Pérez, de 31 años, es la única que espera. No se observan médicos y tampoco enfermeros. Solo la acompaña el silencio.
“Llevo varias horas aquí dando vueltas. No me atienden porque aún no llega el doctor”, cuenta, a media mañana, la joven que acudió por un dolor y adormecimiento abdominal, síntomas de una afección renal que requiere una cirugía a corto plazo.
Cerca de la entrada principal, la cartelera médica da cuenta del talento que hacía vida en esta institución. En total, 45 especialidades contaban con alrededor de 200 galenos. Por ejemplo, para urología había nueve, ahora queda uno. Una doctora refiere que “el 60% de los trabajadores renunció”.
En algunas jornadas, saturadas por enfermos de urgencias, la carencia es más evidente. “Me caí en la carretera; me golpeé la cabeza, un hombro y las rodillas. El dolor era muy fuerte, pero tuve que esperar dos horas para que me revisaran porque eso estaba repleto. Dijeron que tenían que salir de la gente rápido para dar abasto”, fue la experiencia de Ramón Márquez, de 68 años.
En la UCI de este recinto, la plantilla de enfermeros intensivistas era de 25 profesionales, pero solo 12 se mantienen en sus puestos. La alerta mayor está en los auxiliares: de 22 descendieron a cuatro.
Un ginecólogo denuncia que “despidieron injustificadamente a 100 trabajadores” y lamenta el retiro voluntario de mano de obra capacitada.
Por el déficit, de los tres pisos de hospitalización –con capacidad para 30 ingresos– nada más permanece operativo uno, “que atiende a alrededor de 15 personas”.
Una enfermera que se resguarda en el anonimato expresa: “Muchos se van por la baja remuneración: todos estamos ganando sueldo mínimo, sin importar la antigüedad o el grado de instrucción, cuando la base es dos salarios mínimos. Después de este aumento salarial que anunció el Presidente, se fueron muchos más. Una muestra está en pabellón, donde apenas queda la mitad del equipo”.
Sobre este aspecto, el presidente de la Asociación Zuliana de Clínicas y Hospitales Privados, Franklin Vega, expone: “Para ninguna empresa es sencillo enfrentarse a estos ajustes significativos porque se debe responder a las obligaciones acumuladas de cada empleado. La forma de pagar es a través de las estructuras de costo; hay que reactualizar los fondos para cubrir el diferencial pendiente (…) Los servicios de salud tienen mayor concentración de personal y cualquier medida impacta”.
No obstante, el motivo que alza la bandera de la deserción es la diáspora. La cifra de venezolanos que parte del país crece diariamente e incluye a un porcentaje amplio de los activos del sector salud. Esta diáspora –que supera los 2,3 millones de ciudadanos, según la ONU– afecta a otra clínica ubicada también al norte de la capital zuliana.
“Una nómina de mil empleados se redujo a 390. Las renuncias son masivas desde finales de 2017, alrededor de 30 personas se marchan mensualmente. El motivo principal es la migración”, precisa una coordinadora.
Bioanalistas, técnicos radiólogos y demás profesionales hacen falta en el lugar. En emergencia, conservan a 15 doctores, cuando antes eran 50. En grandes proporciones, se contratan jóvenes que cursan años avanzados de posgrados para cubrir servicios neurálgicos como cuidados intensivos.
“La mayor parte de las especialidades continúa, pero la gran diferencia es que si antes se disponía de 20 expertos en una rama, actualmente hay dos”.
Entretanto, la cifra de enfermeros disminuyó a 97. “Pasamos una dificultad fuerte. Muchas veces no hay quién cubra y resolvemos con que redoblen las guardias, trabajando 24 horas”.
Vega indica que es cuantiosa “la rotación de los especialistas más jóvenes, que son más proclives a salir de Venezuela”. Sin embargo, alerta que una de las dificultades del éxodo radica en que “el ejercicio profesional está determinado por una acreditación que exigen algunas naciones”.
El vacío que dejan las ‘montañas’ de renuncias no siempre se llena porque también bajó la demanda de clientes. El área de hospitalización abarca tres pisos, sin embargo, por el momento está activo uno, por ambos factores. “Hay espacio suficiente para 115 enfermos y no llegamos a ocupar las 30 camas”, precisa un coordinador.
“Todos los flujos de pacientes están disminuyendo porque la mayoría de las empresas aseguradoras ofrecen pólizas que no son significativas; las coberturas son mínimas y la capacidad de cubrir eventos medios es nula. A la vez, los particulares tienen menos capacidad para costear el servicio porque se trata de costos importantes”, explica el presidente de la asociación de clínicas.
Ciertos servicios están afectados por el desplome de la nómina. La entrega de los resultados de los exámenes de laboratorio se retrasa porque se perdió el 80% del recurso humano. Las sesiones de quimioterapia acortaron su frecuencia: antes se realizaban todos lo días, ahora dos veces a la semana.
En el recorrido que emprendió este diario, se encontró que en otra institución de salud la plantilla de 500 trabajadores que laboraba, hace un año, pasó a menos de 300. Cuatro plantas de hospitalización están cerradas por la escasez de enfermeros y dos siguen “dando la batalla”.
“La crisis no solo está en la parte asistencial. Varios departamentos se ven comprometidos. Recientemente, contabilidad quedó con dos personas y fue un caos que, gracias a Dios, pudimos solventar”, cuenta la coordinadora de relaciones públicas.