En la historia de la humanidad, no se recuerdan pocos mandatarios, dirigentes, o inclusive dictadores, que estimularon la austeridad o, de plano, implantaron sistemáticamente el hambre en su pueblo. Sin embargo, algunas curiosas fotografías de sus habituales y exquisitas cenas, evidencian un constraste prácticamente grosero.
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El “especial” paladar de Fidel Castro era amante de los platillos del mar. Langostas a la mantequilla y espagueti con camarones eran sus favoritos. Por si fuera poco, el “líder de la revolución” tenía una paradójica afición por las bebidas gaseosas de EEUU, su eterno rival ideológico.
Las “malas lenguas” afirman que Adolf Hitler padecía un problema gástrico que le impedía comer carnes con la frecuencia que hubiera deseado. Según comenta ABC, su plato favorito era la paloma rellena con nueces, lengua, hígado y pistachos.
Algunas leyendas populares aseguran que el ex dictador de Uganda, Idi Amin Dada, no solo era un comensal voraz sino que además tenía un gusto escalofriante por la carne humana.
Por su parte, Sadam Husein, al igual que muchos otros mandatarios, poseía degustadores especializados que se arriesgaban a probar sus comidas para evitar el envenenamiento del “líder”.