Cuando, en los bancos de la facultad de Medicina, Isima Sobande escuchó hablar de madres que decoloraban la piel de sus bebes, creyó que se trataba de una leyenda urbana. Pero no tardó en verlo con sus propios ojos.
Poco tiempo después de que fuera enviada a un centro médico de Lagos, capital económica de Nigeria, Sobande registró el ingreso de un bebé de dos meses, que se retorcía de dolor, “con forúnculos muy grandes por todo el cuerpo”.
La joven médica descubrió entonces que su madre le estaba aplicando una crema de esteroides mezclada con manteca de karité, una “receta básica” conocida por muchos nigerianos.
“Estaba horrorizada”, cuenta Isima Sobande. “Me aterró de verdad”.
“Nuestra sociedad está condicionada por el hecho de que tener la piel clara es una forma de encontrar un buen trabajo, de tener una relación amorosa… y, para muchos, eso es muy importante”, añade la mujer de 27 años.
En África, el blanqueo de la piel no tiene nada de novedoso. Los expertos médicos llevan años advirtiendo sobre los riesgos que pude tener para la salud este tipo de métodos para aclararse la piel.
Los adalides de la conciencia negra están indignados por esta herencia nefasta y este lavado de cerebro, fruto de siglos de esclavitud y de colonización.
Pero, paradójicamente, su voz se escucha más y tienen más influencia en el resto del mundo que en el continente africano, mientras que le fenómeno no deja de crecer.
“El uso de productos para blanquearse la piel es creciente, en particular entre adolescentes y jóvenes”, explica a la AFP Lester Davids, profesor de Biología Humana en la Universidad de Pretoria, en Sudáfrica.
“La antigua generación utilizaba cremas, la nueva utiliza píldoras e inyecciones”, apunta.
“Ni siquiera sabemos qué consecuencias a largo plazo tendrán esos productos, que están aún más concentrados”, avisa.
– Píldoras e inyecciones –
Con una población en pleno crecimiento y muy joven, el mercado africano está en expansión. Además, en ese continente el mercado está muy poco reglamentado y cualquier compañía, artesanal o multinacional, puede acceder al mismo.
“Cada vez más nuestros clientes [marcas cosméticas] quieren informarse sobre el mercado del blanqueamiento de la piel”, afirma Rubab Abdoolla, analista en Euromonitor International, un gabinete de consultoría sobre el consumo.
Solo en Nigeria, gigante de unos 180 millones de habitantes, el 77% de las mujeres -es decir, más de 60 millones de personas- suelen utilizar a menudo productos de blanqueo de la piel, según un informe de la OMS de 2011.
Si bien los consumidores de más nivel económico pueden permitirse comprar productos testados, los otros compran cremas con niveles peligrosos de productos que frenan la síntesis de melanina.
Entre estos, se encuentra la hidroquinona (derivado del glúcido, prohibido en los productos cosméticos de la Unión Europea), los esteroides e incluso el plomo, que mató a muchos cortesanos de la reina Isabel, adeptos en su época a polvos blancos y maquillajes pálidas.
Las autoridades apenas logran reglamentar las innovaciones en materia de blanqueo, que cada vez más se administran en inyecciones o píldoras.
El organismo de vigilancia para los consumidores estadounidense Food and Drug Administration no autorizó ninguno de esos productos en Estados Unidos, aduciendo que “son potencialmente peligrosos y podrían contener ingredientes nocivos desconocidos”.
En Nigeria, Sudáfrica y Kenia están totalmente prohibidos por su fuerte concentración en hidroquinona y mercurio, y el estado sudafricano de Kwazulu-Natal instó a sus habitantes a “rechazar cualquier forma de belleza colonial”.
En julio, el gobierno de Ghana también publicó un mensaje preventivo para advertir de los peligros a los que se somete al feto cuando las mujeres embarazadas toman tratamientos, especialmente para que la piel de al niño sea más clara desde su nacimiento.
– Liz Taylor y Cleopatra –
Pero los tratamientos siguen siendo fácilmente accesibles y poco controlados en los mercados, en internet o en clínicas especializadas, por lo que los consumidores devienen “totalmente adictos, incluso sin darse cuenta”.
Dabota Lawon, un icono nigeriano de las redes sociales, montó su propia marca de cosméticos y ensalza los beneficios de sus cremas y de sus inyecciones, que también curan el acné.
“De hecho, es como la cirugía estética… nunca es suficiente”, admite.
Por su parte, Pela Okiemute, o “el rey de la Belleza”, como se apoda a sí mismo, se ha convertido en la gran estrella de los productos de blanqueo de piel en Internet con su crema “Blancura rusa”, que promete un “moreno mestizo”.
Su crema “Real Cleopatra”, presentada con una foto de Elizabeth Taylor en su personaje de reina de Egipto, vuelve la piel “clara y radiante” con unos resultados visibles en dos semanas.
“Muchos de mis clientes usaron productos malso antes”, cuenta, asegurando que los suyos no son dañinos para la salud, pese a ser muy eficaces. “Acuden a nosotros porque tienen problemas, y nosotros les ofrecemos soluciones”, añade, enseñando unas fotos del antes y del después en su teléfono.
Aranmolate Ayobami es cirujano estético, pero en su clínica de la periferia de Lagos, detrás de un restaurante chino abandonado, también ofrece un tratamiento de cinco semanas a base de inyecciones de glutatión por 150.000 nairas (350 euros).
Es tajante: el producto que utiliza, importado de Emiratos Árabes Unidos y de Estados Unidos, no es peligroso para la salud ni tampoco supera nunca las cinco semanas de tratamiento.
– #Melaninpoppin –
“El blanqueo de la piel es una manera de acceder al poder y a los privilegios asociados a los blancos”, analiza Yaba Blay, profesora auxiliar de Ciencias Políticas en la Universidad Central de Carolina del Norte, especialista en la materia.
“La gente quiere que se la perciba como si tuviera más valor, y eso pasa por el color de la piel”, agrega. En África, más allá de la comparación con el antiguo colono, la piel calara sugiere un trabajo de oficina, no expuesto al sol y, por tanto, síntoma de riqueza.
Los recientes movimientos de “conciencia negra” tratan de cambiar estas ideas preconcebidas. La etiqueta #Melaninpoppin (“La melanina es tendencia”) celebra la piel negra en las redes sociales, el filme “Black Panther”, con un casting casi exclusivamente negro, con un vestuario inspirado en los trajes tradicionales y los cabellos afronaturales, cambió conciencias, mientras que la visión eurocentrada de los cánones de belleza está en retroceso.
Con todo, falta mucho para que esto sea un fenómeno de masas.
“La verdad es que mi belleza estaba más aceptada en el extranjero que en mi propio país”, lamenta Ajuma Nasenyana, una modelo keniana, que ha representado a marcas como Victoria’s Secret o Vivienne Westwood.
“En el universo de la moda en África, cuanto más clara tenga la piel, más te ven como a alguien guapo, son cosas que están evolucionando un poco”.
La joven médico Sobande percibe también un intercambio “positivo” del otro lado del continente, en Nigeria.
“Pero habrá que esforzarse mucho para cambiar las mentalidades”, asegura.
¿Cómo funciona el blanqueo de la piel?
El blanqueo o aclaramiento de la piel se ha convertido en un fenómeno muy popular en numerosos países de África, para el que se emplean varios métodos, que suelen tener efectos secundarios para la salud.
– Cremas –
Las cremas aclaradoras para la piel son, de lejos, la práctica más común. Actúan inhibiendo la producción de melanina, el pigmento que se sintetiza por la exposición al sol
Los ingredientes que las componen son principalmente hidroquinona, esteroides, plomo y mercurio.
Estas cremas pueden ser inocuas en dosis específicas y durante un tiempo limitado, pero pueden ser peligrosas si se utilizan en concentraciones más elevadas o durante largos periodos, según expertos.
“Nos estamos dando cuenta de que la gente utiliza los productos durante mucho más tiempo del que se recomienda y que empiezan a tener efectos secundarios verdaderamente nocivos”, explica el médico generalista Rasheedah Adesokan, establecido en Lagos.
Algunas empresas de África han empezado a etiquetar sus productos como “bio” para tranquilizar a los usuarios, añade una de sus colegas en la capital económica nigeriana, la doctora Isima Sobande.
Pero “la mayor parte del tiempo, es solo una etiqueta que tapa ingredientes nocivos”, precisa.
– Efectos secundarios –
Al principio, los usuarios suelen apreciar los primeros efectos blanqueantes y “brillantes” de la crema en su piel.
Pero para que este resultado dure, tienen que seguir aplicando el producto, sin el cual la piel recobra de nuevo sus pigmentos, según la doctora Adesokan.
Conforme pasa el tiempo, la piel se irrita, se vuelve más fina y “marmórea”. Pueden aparecer ronchas. “Hay enrojecimientos y se pueden ver las venas verdes”, explica.
En el peor de los casos, la gente desarrolla una ocronosis, una acumulación de ácido que hace que la piel se vuelva más oscura.
La utilización de cremas con esteroides también puede acelerar el crecimiento del cabello y provocar la formación de estrías.
Estos productos son muy fáciles de conseguir. A veces, las cremas de esteroides antibacterianas y antifúngicas disponibles en venta libre se utilizan como agente blanqueador.
– La nueva moda del glutatión –
Una de las últimas innovaciones en materia de blanqueo es un producto químico llamado glutatión que se administra en forma de píldora o en inyección y que se vende en los mercados o por internet.
Según Lester Davids, profesor de Psicología en la Universidad de Pretoria, en Sudáfrica, el glutatión es un “potente antioxidante” utilizado en ocasiones en tratamientos contra el cáncer.
Su efecto secundario es hacer que la piel se vuelva más blanca, añade Davids, precisando que está presenta como una alternativa más segura a las cremas.
En los últimos años, “la inyección empezó a imponerse con un submercado del blanqueo de la piel”, afirma el experto.
El problema del glutatión, como el de las cremas, es su reglamentación. Pero, al contrario que con las cremas, hay muy pocos estudios sobre los efectos del empleo de este nuevo producto en mucho tiempo.
“Utilizar el glutatión no es ilegal, sea simplemente muy prudente, pues no conocemos” la amplitud del riesgo, concluye Lester Davids.