Entrevista con el último miembro vivo de la Junta Patriótica que derrocó al dictador Marcos Pérez Jiménez en 1958, publica ABC
Por Manuel Trillo @manueltrillo
Madrid
Enrique Aristeguieta Gramcko (Puerto Cabello, 1933) es el último miembro vivo de la Junta Patriótica que acabó con la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en Venezuela en 1958. A sus 85 años, combate ahora a la «tiranía» de Nicolás Maduro, que el pasado febrero le detuvo por primera vez en su vida. «No me gustaría morirme en dictadura», asegura a ABC durante una visita a Madrid, en la cual participó en un acto de la plataforma Soy Venezuela.
En 1958 la Junta Patriótica y la sublevación popular acabaron con Pérez Jiménez. ¿Por qué Maduro sigue en el poder?
Hay un enfoque diferente. En 1957 había una remota esperanza de elecciones y cuando esa posibilidad se cerró, cambiamos de dirección. La Junta Patriótica fue para derrocar la dictadura, no con elecciones, sino con la combinación de fuerza armada y el pueblo en la calle. En esta ocasión la MUD (Mesa de la Unidad Democrática) ha querido enfrentar a la dictadura como una democracia que no es. Llevo insistiendo en eso 20 años. Ahora al fin se han dado cuenta de que no se puede derrotar a una tiranía, mucho menos totalitaria, hay que derrocarla. No hay otro camino.
¿Buscar un referédum revocatorio y el diálogo fueron perder el tiempo?
Sí, porque ya se veía la intención del régimen de no aflojar. El referéndum (contra Chávez) se ganó y nos lo arrebataron; Capriles ganó las elecciones y las arrebataron;aceptaron a regañadientes la Asamblea Nacional y le quitaron funciones y bloquearon, y crearon la Constituyente paralela. No hay posibilidad de salir por las buenas de este régimen. Lo debieron ver hace tiempo, a estas alturas es bastante tarde.
¿Cuál es entonces la solución?
Es muy difícil, porque se ha perdido mucho tiempo y esfuerzo. La oposición perdió sus mejores armas. Habrá que improvisar, encontrar nuevos caminos. Lo que no podemos es rendirnos.
«Las sanciones nunca han derrocado un gobierno. La prueba es Fidel Castro: aún están allí sus herederos. Son positivas, pero no suficientes»
¿Vendrá por la presión internacional, por ejemplo las sanciones?
Las sanciones nunca han derrocado un gobierno. La prueba es Fidel Castro: aún están allí sus herederos. Son positivas, pero no suficientes.
¿Y la Corte Penal Internacional?
El problema de los organismos internacionales es lo tardío de su respuesta. Cuando ha intervenido la ONU o la Fuerza Interamericana de Paz ha sido tras una montaña de muertos. Deberían establecer mecanismos para intervenir a tiempo para evitar genocidios. Lo de Venezuela se repite en Nicaragua.
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