Ucrania conmemoró este jueves el 32 aniversario de la catástrofe de Chernóbil, el peor accidente nuclear de la historia que ha contaminado una buena parte de Europa pero sobre todo Ucrania, Bielorrusia y Rusia, en ese momento repúblicas soviéticas.
AFP
“Chernóbil seguirá siendo una herida abierta en el corazón de nuestro país”, dijo el presidente ucraniano Petro Poroshenko en su página de Facebook, llamando a “hacer todo lo posible para que esta tragedia no se repita nunca”.
Por la noche, varios cientos de personas se reunieron para una ceremonia conmemorativa en Slavutich, a unos cincuenta kilómetros de la central y donde vive la mayoría de su personal a día de hoy.
El 26 de abril de 1986, a las 01H23, el reactor número 4 de la central de Chernóbil, a unos cien kilómetros al norte de Kiev, explotó durante una prueba de seguridad. El combustible nuclear ardió durante diez días, liberando a la atmósfera elementos radioactivos que contaminaron, según algunas estimaciones, hasta tres cuartos de Europa.
Moscú intentó primero ocultar el accidente. Mientras que la primera alerta pública se lanzó el 28 de abril por Suecia, que había detectado un aumento de la radiactividad, el jefe del Estado soviético Mijaíl Gorbachov no apareció públicamente hasta el 14 de mayo.
En total, casi 350.000 personas fueron evacuadas durante varios años en un radio de 30 kilómetros alrededor de la central.
En cuatro años, unos 600.000 soviéticos han sido enviados al lugar con poca o ninguna protección, para extinguir el incendio y construir un capa de cemento para aislar el reactor dañado y limpiar las zonas de alrededor.
El balance humano de la catástrofe aún es tema de debate, con estimaciones que oscilan entre 30 y 100.000 muertos.
Otros tres reactores de Chernóbil continuaron produciendo electricidad hasta diciembre de 2000. Tras años de titubeos, a finales de 2016 se instaló un gigantesco arco hermético encima del reactor dañado.
Con un coste de 2,1 mil millones de euros, financiado por la comunidad internacional, esta estructura recubrió de cemento el viejo “sarcófago”, fracturado e inestable, y permitió aislar mejor el magma altamente radiactivo que queda en el reactor.
La tasa de radiactividad cerca de la central se ha reducido en diez en un año, de acuerdo con las estimaciones oficiales.