La victoria del Sí en el referéndum de Ecuador, que derogará el derecho a la reelección indefinida, abre nuevos interrogantes sobre el futuro político de Rafael Correa, quien verá próximamente como se le cierran las puertas del Palacio de Carondelet, al menos hasta una próxima reforma constitucional, reseñó EFE.
Paladín del No en la consulta, Correa tiene previsto regresar mañana, martes, a Bélgica, donde reside desde que transfirió el poder en mayo pasado a su ex correligionario y ahora acérrimo rival político: el actual presidente, Lenín Moreno.
La prohibición de ser reelegido más de una vez estaba contemplada en la pregunta número 2, aprobada con el 64,32 % de los votos, y era, según algunas interpretaciones, un intento de Moreno por frenar cualquier aspiración política de su excorreligionario, que hace tres semanas se desafilió del movimiento Alianza País por discrepancias ideológicas y personales.
Tras conocer los resultados, Moreno afirmó que el apoyo a esa pregunta significa que “no volverán ya los viejos políticos”, si bien no mencionó el nombre de ninguno en particular.
En los próximos días, anunció el actual mandatario, procederá a las enmiendas constitucionales pertinentes que se derivan de la consulta, en lo que la oposición conservadora ya ha declarado como el final político de Correa y del correísmo tras diez años de gobierno en el país.
“Hay que saber leer el mensaje de los ciudadanos en las urnas”, dijo el conservador y líder opositor, Guillermo Lasso, para quien el Sí ha dejado a sus compatriotas un “mensaje de esperanza”.
Un mensaje con el que concuerda Alberto Acosta, exaliado de Correa y expresidente de la Asamblea Constituyente (2008), que hoy propuso a Moreno una nueva fórmula de Gobierno para “liberarse de la partidocracia del siglo XXI, que es lo que representa el correísmo”.
Ello, apuntó, “sin caer en las manos de la partidocracia (conservadora) del siglo XX, que le llevarían a un manejo neoliberal”.
Frente al cambio que prevé la oposición conservadora, la incógnita acerca del futuro político de Correa, que no ha dudado en calificar de “gran triunfo” el apoyo del más de 30 % al “No” en aquellas preguntas que más amenazaban los símbolos de su gestión.
Junto a la de la reelección, figuraban la reestructuración del Consejo de Participación Ciudadana (CPCCS), órgano regulador y de control de lo público que la oposición veía como plataforma de represión, así como la derogación de la Ley de Plusvalía, emblema de Correa contra la especulación del suelo pero que paralizó el sector de la construcción.
Aprobadas las dos con poco más del 63 % de los votos, Moreno se anota con ambas una victoria política sobre su predecesor.
Sin embargo, el hecho de que fueran las que menos apoyos cosecharan de las siete en plantilla, ha sido interpretado por los correístas en clave política nacional.
Dejan ver el “núcleo duro de apoyo a la Revolución Ciudadana”, dijo a Efe la asambleísta Gabriela Rivadeneira, del círculo de allegados de Correa, y para quien ese porcentaje del 36% que votó “No” significa que el grupo disidente de Alianza País sigue siendo la “principal fuerza política” de Ecuador.
Lo deduce calculando que del promedio de aprobación obtenido por Moreno -alrededor del 67% entre las siete preguntas- cerca del 48-49% son votantes de la derecha conservadora, lo que dejaría al actual mandatario con el respaldo ideológico de apenas un 20 %.
Algunos analistas desestiman por ello que Correa, de solo 54 años, se haya convertido en un “cadáver político” y recuerdan que la consulta no impide que acceda a otros cargos en el futuro.
“Sería posible un Correa eventualmente como legislador, que presione políticamente para una nueva reforma constitucional que le permita volver a ser candidato (presidencial)”, sugiere a Efe el analista Santiago Basabe.
Y considera que hablar del fin de su vida política no es solo “muy aventurado” sino que refleja la “efervescencia electoral” del momento y la falta, aún, de un análisis político sopesado.
Insta por tanto a esperar a una mayor claridad sobre la estrategia de Correa una vez en Bélgica, y a cómo termina la estructuración de la nueva agrupación política de correístas que se desafiliaron de Alianza País tras la convocatoria a la consulta.
Una prudencia que también pidió Rivadeneira, que prevé que Correa se mantendrá por ahora en contacto con su militancia hasta decidir si asume o no el liderazgo del nuevo movimiento de izquierdas.