Hace 50 años, Cecilia López Romero llegó a la calle Talavera de Ciudad de México para ofrecer sillas de madera para el Niño Dios que su esposo, José Ramírez Escareño, elaboraba, una tradición comercial que cada año sostiene a miles de familias.
“Ella inició este negocio con mi papá. Mi papá llegaba con su camioneta y parecía que estaba regalando pan”, recuerda Teresa Ramírez López, hija de Cecilia, de 96 años de edad, y una de las fundadoras del mercado del Niño Dios en esta calle.
Entre el 2 de enero y el 2 de febrero unos 900 comerciantes mexicanos venden en esta calle toda clase de artículos para vestir al Niño Dios con motivo de la celebración de la fiesta de la Candelaria.
Para cumplir la tradición de bendecir al Niño Dios, los creyentes necesitan veladoras que representan la luz de Cristo en sus hogares y que están entre los artículos que se ofrecen en el mercado de Talavera, una calle muy cercana al popular mercado de la Merced en la capital mexicana.
Desde hace 10 años, Luis Jiménez, uno de los 15 restauradores de Niños Dios que están activos en este mercado, repara diariamente de 100 a 120 figuras a cambio de un pago que va de 50 a 150 pesos mexicanos (entre 2 y 8 dólares), dependiendo su tamaño.
“Llegué vendiendo gelatinas, flanes, postres y tortas, y me gustó la idea de reparar Niños Dios” señala a Efe Luis, asegura que hace gratis “de una a tres reparaciones” como parte de su “obra del día”.
En los locales como el de Luis, los restauradores usan yeso cerámico para reparar a las figuras y enseguida emplean pintura en aerosol para darle el color de la piel y dan un retoque final con pinceles para delinear los labios, cejas, ojos, pestañas.
“Desde hace muchos años, desde mi abuela, esto ha sido una romería muy grande”, comenta a Efe Edith Salazar Ramírez, comerciante y una de las 60 nietas de Cecilia López Romero, madre de 13 hijos y que además tiene 40 bisnietos.
En el mercado se exhiben toda tipo de prensa y ropones para vestir estas figuras religiosas y aunque los comerciantes insisten en que “la iglesia sugiere que sean de color blanco” también tienen modelos de diversos Santos, de varios “equipos de fútbol, mariachis, y hasta de panaderos”.
Dentro del variado catálogo para vestirlo sobresalen ajuares como el del Niño Doctor, el Niño Santo Papa, el Niño Azteca, el niño San Judas Tadeo y el niño San Juan Diego.
Los solicitados por estas fechas son las ropas de Niño de Atocha y Niño de las Palomitas, según comentan los vendedores en sus improvisados puestos.
“Por esta temporada se venden los ropones, los zapatitos, las sillas y hasta la cera con la que la que pegan los bastoncitos del Niño Dios”, señala Jonathan Herrera, administrador del mercado.
El mercado del Niño Dios está en el corazón de Ciudad de México y se extiende a lo largo de cuatro manzanas por la calle de Talavera, donde miles de personas acuden a realizar sus compras para las tradicionales levantadas.
“Traje mi Niño Dios a que lo arreglen y lo retoquen”, señala María Luisa Herrera, quien desde hace diez años acude al mercado para comprar todo los artículos que necesita en estas fechas para la celebración del 2 de febrero.
Aunque el mercado de la calle Talavera ha marcado pauta, la tradición de vender ropa y accesorios para las figuras infantiles de Cristo, se repiten en prácticamente todos los pueblos de México para culminar en las misas de la Candelaria del 2 de febrero.
La tradición mexicana de la Candelaria está vinculada a la partida de la rosca (roscón) de reyes del 6 de enero, donde si a los comensales les toca una figura de Niño Dios, deben devolverla vestida el 2 de febrero junto con una dotación de tamales, que se elaboran a base de maíz. EFE