Nuestra República ha cambiado. La suma de todos los conflictos, hoy erupcionan. Los problemas heredados -entre ellos- ese “ADN antipolítico” y su mirada superficial, carcomen hoy nuestra estructura política. El cáncer llegó a metástasis y así, el Estado Mágico, nos presenta su tragedia.
El guión ya está escrito y la obra se adapta según se den los tiempos y las circunstancias. El totalitarismo se ha instalado, nos muestra su poder en escena, nos hace partícipes de la obra y nos encierra en la carpa del circo con aires de terror.
George Orwell (1903-1950), escritor británico, nos había asomado la manera en que podía manejarse el totalitarismo, seguramente como una advertencia. Los más desquiciados lo tomaron como una guía a seguir. La asombrosa similitud entre 1984 y la Venezuela actual -hace sospechar- que la receta totalitarista está siendo aplicada.
Los medios han inoculado una ficción oficial, la “Guerra Económica” se ha instalado. Nadie sabe de dónde viene, ni quién es el enemigo; sin embargo, todos “batallamos” con la guerra. El contendiente es omnipresente, el enemigo está en cualquier lugar y puede ser cualquiera. Según el guión a seguir, ganar dependerá de que el sistema de control se mantenga a toda costa, aunque esto suponga la supresión de los conflictos reales: hambre, inseguridad, entre otros. Se hace categórico, el problema ficticio se convierte en realidad y la realidad se sobrevive, no se discute.
El lenguaje ahora es otro. Para la neolengua, “La Guerra es la Paz”. La permanente hostilidad es nuestro estado de normalidad. Por ello, se crea la Ley Contra el Odio y así, se institucionaliza el conflicto, se convierte en nuestra forma de con-vivir.
En tiempos de totalitarismo, se niega al oponente, su existencia se suprime y vemos con poco asombro (ya se ha naturalizado) que los policías del pensamiento digan cosas como: “hemos tenido una victoria perfecta, ya no tenemos oposición apátrida”, “eliminamos a los detractores de la revolución” o el más cercano a todos nosotros. “Aquí no se habla mal de Chávez”.
Orwell nos muestra los límites de nuestra nueva República, un análisis sobre el totalitarismo puede brindarnos luces para mirar con otros ojos -no victimizadas- lo que está pasando.
Salir del desastre, implica una interpretación más acuciosa de la realidad, deslindarse de tesis superficiales del tipo: “es que el venezolano es así”. Lo que ha sido naturalizado, debe ser, objeto de duda.
Heisy Mejías
Secretaria Juvenil de Unidad Visión Venezuela
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